Comisión 16 Ministerio de Asistencia Social y Salud Pública (Carta de Carrillo a Perón)

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Carta del ex ministro de Asistencia Social y Salud Pública Dr. Ramón Carrillo envió al ex presidente Juan D. Perón en oportunidad de la visita al país de la bailarina Josefina Baker “huésped oficial” del régimen peronista.


Buenos Aires, noviembre de 1955

Señor presidente de la Comisión Nacional Investigadora
S/D.

Elevo al señor presidente, a los fines de su publica difusión en el país, copia fotográfica en dos (2 ejemplares) del borrador de una carta que el ex ministro secretario de Estado en la cartera de Asistencia Social y salud Pública de la Nación, doctor Ramón Carrillo, enviara al ex presidente Juan D. Perón, en la oportunidad en que visitara nuestro país la bailarina Josefina Baker que fuera declarada “huésped oficial” por el gobierno depuesto.
El documento aparece escrito de puño y letra del ex ministro y evidencia una interesante faceta de la personalidad del autor y de la ética, de quien como él, actuaba en el más alto nivel del Estado.
Saludo al señor presidente con atenta y distinguida consideración.


Enrique I. Röttjer
Coronel (R.). - Presidente

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Mí estimado Presidente y amigo:

Como no sé si hoy tendré la suerte de hablar con vuestra excelencia, me tomo la libertad de anticiparme con estas líneas para informarle objetiva y extractivamente sobre la forma en que he cumplido la misión que me encomendara por intermedio del señor Apold, con referencia a la señora Josefina Baker.

PRIMERO: Asunto ambulancia. – Me pidió telefónicamente el viernes 5 el señor Apold en vuestro nombre que le facilitara una ambulancia a la señora Baker para que ella cumpliera una tarea en Florencia Varela, donde daría, según entendí, una conferencia. Luego, cuando envié un funcionario a ponerse a las órdenes de la señora me enteré que lo que ella exigía era una ambulancia bien equipada –de la mejor presentación- para regalarla al “pueblo” –así vagamente- de Florencia Varela en acto público, no sé, si en nombre de vuestra excelencia o en el propio. Tampoco pude determinar quién o qué institución recibiría el regalo. Ni siquiera conversando con la interesada, según pude entender, había logrado descubrir la señora Beker que, en Florencio Varela no existían ambulancias, hecho no insólito que se produce en casi todas las localidades que están cerca de la Capital.

a) Primera dificultad. – Por ley de contabilidad –como es de vuestro conocimiento- no se puede regalar un efecto patrimonial del Estado pero si, transferirlo en préstamo precario a otra institución de bien público.
Como es obvio, la señora Baker no podía conocer estos nimios detalles, decidimos cumplir a toda costa y enviar la ambulancia, aún sin saber el destinatario, cosa que podía establecerse en los días subsiguientes, hablando con la gente de la localidad.
b) Segunda dificultad. - Las ambulancias de Salud Pública están casi todas en el interior del país, y las pocas que tenemos afectadas a servicios de la Capital no reunían las condiciones exigidas por la causante, por lo cual optamos por contratar el servicio de una empresa privada por cinco o seis días hasta tanto tomaremos posesión de unas ambulancias nuevas que están en puerto, y que reemplazarán a la contratada.
c) Tercera dificultad. – Explicado lo que antecede a la señora Baker, cuando llegó a su hotel la ambulancia Cadillac, que mandamos para salir del paso, se puso muy nerviosa, nerviosa en grado sumo, estado que culminó cuando dos camilleros –ignorantes por supuesto- le preguntaron si iría sentada o acostada. Envié inmediatamente a pedirle disculpas al señor Riccio –ex elector de vuestra excelencia en el año 1946 (1)- y ahora encargado circunstancialmente del material rodante.


II

SEGUNDO: Inspecciones realizadas por la señora Josefina Baker.

a) Inspección al sanatorio Sommer, de enfermos de lepra en General Rodriguez. – El día viernes 5 del corriente a la tarde, sin aviso y sin pedirme autorización alguna, violando la ley y los reglamentos que prohíben la entrada de sanos sin previo control médico –en especial la zona de contagiosos-, llegó al establecimiento a inspeccionarlo. Las autoridades del sanatorio, no opusieron reparo alguno, ya que la señora Baker venía acompañada de un funcionario del Ministerio, y atento al conocimiento que tenían de la actuación pública de la señora Baker, le mostraron todo lo que quiso ver.
Pocas horas después, la recibí en mi despacho, en compañía de los funcionarios que veníamos del homenaje de Salud Pública a la memoria de la Señora Eva Perón, donde ella hizo acto de presencia.
La señora Baker en mi despacho no ocultó su indignación –casi su furia- por lo mal atendidos que estaba el sanatorio y por el pésimo trato que se daba allí a los enfermos, todo ello dicho en un idioma no muy claro, pero si exuberante. Después de calarla pude concretar las fallas existentes según ella:
1º El pasto crecido en los fondos del establecimiento cerca de los caminos.
2º La escasa comida, lo que no puede ser. Basta verificar la tabla del peso de los enfermos. Además si se tiene en cuenta que los mismos enfermos cosechan sus huertas y tienen sus recursos /hasta ganan jornales) y cuentan con proveeduría propia, cooperativa, para que en el supuesto de que el Ministro se propusiese matarlos de hambre como supone –irremisiblemente- la señora Josefina Baker, dicha muerteno pudiere producirse.
3º Que algunos cubrecamas estaba sucios.
Reconoció la señora Baker, que todo el establecimiento estaba limpio, lo que no es de extrañar, porque se lo considera el mejor del mundo, dado que no puede apreciar la señora, porque no ha visto en su vida otro leprosario. Entonces advertiría las diferencias por lo cual es considerado por los leprólogos como excesivo.
c) Inspección por la señora Baker del hospital Psiquiátrico (ex hospicio de las Mercedes). – Con el mismo sistema de allanamiento, el sábado 6 del corriente a la mañana, concurrió al establecimiento arriba nombrado, acompañada de un empleado del mismo, a cargo de la Escuela de Psicoterapia por el Arte, un señor Pérsico, acusado últimamente de amoral, y que es según mis referencias también empleado de la Subsecretaría de Informaciones.
Después de esta inspección me buscó en mi casa para darme la “segunda lavada de cabeza” por las deficiencias comprobadas en una rápida visita, dirigida exclusivamente a ver lo malo, asesorada por el mencionado Pérsico –empleado evidentemente desleal e indigno.
No obstante encontrarme a 50 kilómetros de Buenos Aires, en atención a tratarse de una persona que es huésped oficial, le ofrecí ir hacia donde ella se encontraba, lo que me aceptó.
De todas maneras, como consecuencia de su primera visita me concretó sólo detalles que ya conocemos y sabemos por qué se producen.
Causa principal: el hacinamiento, pues con una capacidad de 1.600 camas tenemos 4.200 pacientes. Pero no se dignó ver lo bueno; el gigantesco pabellón Presidente Perón de 3.500 camas en vías de terminación; ni vio la cocina nueva; ni los talleres nuevos; ni vio ninguna de las otras obras que reemplazarán a las construcciones demolidas. Fue llevada por un empleado a ver justamente uno de los pocos pabellones viejos del tipo de los que vuestra excelencia conoce y que será demolido no bien habilitemos el Presidente Perón que nos dará una solución integral.
La crítica principal de que los enfermos andan sucios o faltos de ropa. Justamente éste es uno de los problemas universales de este tipo de servicio médico, pues a los locos es prácticamente imposible tenerlos uniformados, pues debido a sus delirios, se sacan los trajes, los dan vuelta, usan prendas antirreglamentariamente, etcétera. Habría que tener un celador por cada enfermo a fin de que no hagan de las suyas.
No bien se fue de mi domicilio, le comunique al director del hospital que debía extremar la higiene y provisión de ropa, lo que hizo de inmediato, explicándome algunos detalles administrativos; pero nunca pensé que la señora Baker, que me dijo que se dirigía al teatro Discépolo, volvería al hospital de nuevo para reunir “pruebas”.
Las “pruebas” que reunió –amenazando a los empleados con hacerlos expulsar por intermedio de v. s.-; fueron las siguientes: un tacho que contenía hortalizas de descarte, destinadas a ser enviadas desde la cocina para consumo de los conejos de laboratorio; papas de descarte y algunos otros elementos tomados del tacho de la basura o del suelo en estado de descomposición, expresando –porque así opinaba ella- que eso era lo que comían los enfermos.
Debido a las dificultades del idioma, los ayudantes de cocina no pudieron hacer comprender cuál era el destino y el manejo de tales cosas.
Al enfermo Riccitelli lo trató malamente –como en general a todos los empleados- lo acusó de pegar a un enfermo que tenía un hematoma, hecho que se aclaró allí mismo, públicamente, pues el hematoma era resultado de uno de los tantos incidentes diarios que se producen entre enfermos excitados.
Comprobó que algunos enfermos estaban en cama y desnudos, lo que imputó a negligencia, cuando es sabido por los psiquiatras que es la única manera de evitar que un enfermo con manía de fugas se quede tranquilo en cama hasta que le pase el episodio.
Dejamos constancia que en el hospital sólo hay enfermos de sexo masculino y todos adultos.
La señora Baker le preguntó al paciente por qué estaba desnudo, por qué se encontraba sin ropa. El enfermo contestó diciéndole “a usted que le importa”. –No se me escapa que es una grosería, porque podía explicarle mejor, por el calor o por cualquier otro pretexto más sencillo. Pero entendemos que ese acto de mala educación podría disculparse teniendo en cuenta el estado mental del enfermo.
Por los juicios y modo de juzgar las cosas en materia de asistencia de alienados, resulta evidente que la señora Baker no ha visto nunca en ninguna parte del mundo un hospital de mentales, ni siquiera en cine, “Nido de Viboras”, por ejemplo, donde se señalan cuadros dantescos, en Estado Unidos, en un hospital privado, pago y no gratis. Comparado con el Salpetrière de París, el demolido Hospicio de las Mercedes es un palacio.

III

CONCLUSIONES

1º. – La señora Josefina Baker invocando la autoridad de vuestra excelencia nos ha sometido a una serie de “lavados de cabeza”, que soportamos estoicamente como caballeros, por tratarse de un presunto pedido que cumplimos complacidos, por proceder de quien procede y por tratarse de un huésped oficial.
2º. – Sin entrar en detalles, resulta que desde el ministro para abajo, todos hemos escuchado de pie lo que ella quiso decirnos; además no brinda oportunidad de replica por hablar ella sola en la lengua ya de difícil interpretación.
La buena educación y las leyes de la hospitalidad imponen sacrificios, que son tanto más penosos cuando proceden de una persona extraña al país, es decir extranjera, en el sentido más amplio.
3º. – Que la señora Baker traía el propósito de encontrar todo lo que estaba mal, pues –de entrada- hizo unas críticas horrendas de una maternidad que había visitado, acerca de la cual nunca más volvió a referirse cuando se enteró que no dependía del subscrito.
4º. – Resulta sugestivo su afán de imitar en sus actos y en su campaña social a la distinguida señora Eva Perón. La señora Eva perón, centenares de veces me llamó para poner en mi conocimiento deficiencias de los servicios, y siempre lo hizo con tacto y energía a la vez, pero con perfecto conocimiento de causa y extraordinario criterio y buen sentido y también respeto. Y era argentina, esposa del señor presidente y un ídolo de su pueblo. Sin embargo jamás me trató como lo hizo la señora Baker, sin que esto implique cargo ni acusación, pues estamos para servir a vuestra excelencia en todo lo que disponga para bien del movimiento peronista.
5º. – Que jamás ante la señora Baker he traducido mi desasosiego, ni siquiera cuando me comunicaron que la “claque” (2), que la acompaña y la rodea cuando baja del automóvil, le gritan: “Queremos que siga la obra de Evita” –gritos que ella acepta complacida-, so pretexto de difusión peronista.

IV

PEDIDO DE INSTRUCCIONES

Por la forma de exteriorizarse la señora Baker, quizás por no conocer el ambiente y sin proponérselo ha logrado soliviantar en su conducta al personal del hospital Psiquiátrico, donde, si vuelve, puede ser víctima de actos de hostilidad (silbidos y gritos).
No obstante, he adoptado las medidas precautorias para que no ocurra nada, porque podría ocurrir, ya que en dicho hospital el personal de cocina maltratado por ella, es muy respetado, incluso entre los enfermos; que en esto dan pruebas de cordura.
Bastaría apelar al testimonio de los empleados que la acompañaron para comprobar la forma en que ella hizo la “inspección”.
En consecuencia, rogaré a vuestra excelencia me de órdenes directas, pues si es designio que la señora Baker siga de inspectora, debo hacerle saber que terminará por sublevar los hospitales de tuberculosos, donde basta media palabra de disconformidad o apoyo exterior, para que las células comunistas de esos establecimientos, entren en acción, lo que no ocurriría ni entre los locos ni entre los leprosos.
Si caso contrario vuestra excelencia no tiene el propósito de sostener a la señora Baker como inspectora extranjera y ad honorem de materias que presuntivamente no conoce, le estaría agradecido que me lo expresara como si en su lugar me hubiera enviado una hermosa rubia ya que con esta señora nos entenderemos con dificultades, que comenzaron el maldito día en que tuve la peregrina idea de decir que en la Argentina no había problemas de negros, ya que los únicos negros eran algunos ordenanzas del Congreso, ella y el subscrito.
Salúdolo afectuosamente, pidiéndole disculpas anticipadas, si estoy incurso en alguna falta de tacto al escribir estas líneas que he tratado de trazarlas manteniendo la más alta consideración y respeto que me merece la señora Baker por su extraordinario arte y su elevado propósito humanitario, mal orientado o equivocado en el procedimiento en cuanto a las dependencias de Salud Pública se refiere.


Ramón Carrillo

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Es copia fiel del original registrado en esta Comisión Investigadora hecha de puño y letra del ex ministro Ramón Carrillo.


Enrique I. Rottjer
Coronel (R.) – Presidente.

NOTAS:
(1) Hasta la reforma constitucional de 1994, en que se adopta el sistema de elección directa de la fórmula de presidente y vicepresidente, lo que se elegía era, en realidad, un colegio de electores para que reunidos efectuaran la elección de esos cargos. Así, luego de realizarse los comisión, este colegio de electores se reunía para votar y proclamaran la formula vencedora. Es así como pueden verse casos en que el presidente fue elegido por un porcentaje de votos menor que el vice. Este sistema podía dar como resultado que el presidente perteneciera a un partido y el vice a otro. Tras la reforma constitucional de 1994 cada ciudadano vota directamente por los candidatos tomándose para ello a todo el país como único distrito electoral. No es aquí el lugar para analizar qué sistema es mejor pero si para explicar lo que fue “un elector presidencial” y que facultades tenía a fin de entender a que se refería el Sr. Carrillo en su carta. (Nota del transcriptor).
(2) Significado de claque (Del fr. claque). Femenino: 1. Grupo de personas que asisten a un espectáculo con el fin de aplaudir en momentos señalados. 2. Grupo de personas que aplauden, defienden o alaban las acciones de otra buscando algún provecho. (Nota del transcriptor).

Fuente: Documentación Autores y Cómplices de las Irregularidades Cometidas durante la Segunda Tiranía – Comisión Nacional de Investigaciones Vicepresidencia de la Nación - Tomo 1 – año 1958 – páginas 1006 a 1012).