Dirección Nacional de Química
Presidente: Doctor Ramón García
Secretario: Doctor César Tognini
Asesor: Doctor Adolfo L. Allende Iriarte
Vocales: Doctor Hugo W. Zerda Algnasse – Ingeniero Patricio A. Giménez Villamayor
Asesor legal: Señor Telésforo Ulibarri
Oficial de enlace: Capitán Héctor Romero.
CONCLUSIONES
De las investigaciones realizadas por esta Comisión Investigadora Nº 5, durante el período que le tocó actuar, 5 de diciembre de 1955 a 20 de enero de 1956, se desprende que:
La creación de la Dirección Nacional de Química, hecha en base al principio centralizador totalitario del régimen depuesto, ha sido perjudicial para:
1º El control municipal de alimentos, ya que, desde que se lo separó de la Dirección Municipal de Bromatología, la vigilancia y control químico de los mismos decayeron hasta tocar límites peligrosos.
2º El control nacional de medicamentos, por cuanto al separarse al Instituto de Química del Ministerio de Salud Público, hay reparticiones que dejan de prestar colaboración y el nuevo ministerio que lo rige no interpreta sus necesidades, resistiéndose así el control.
3º El personal técnico de esas dos entidades absorbidas, mucho del cual, especializado, es disminuido de categoría y se le cierra el futuro; todo lo cual crea resentimientos y apatía con el consecuente perjuicio para las tareas. (Ver Apéndice I)
(NOTA: Los apéndices I, II, III, IV y V se encuentran al final del presente informe)
La nueva dirección Nacional, con la conducción del doctor Anselmo I. Menéndez, rigió sin reglamentos. (Ver Apéndice II)
Se perjudicó al erario público en muchos millones de pesos al no hacerse, intencionalmente, una revisión de la tarifa de análisis; así que se depreciaba el signo monetario y aumentaban considerablemente el personal y gastos de la instrucción. (Ver Apéndice III.)
El director nacional rigió arbitrariamente y tuvo actitudes despóticas, desconsideradas y groseras con grupos y personas que no le eran incondicionales. (Ver Apéndice IV.)
No se ha podido comprobar la existencia de maniobras dolosas o irregularidades de tipo administrativo que hubiera menester poner en manos de la justicia.
Han existido algunos casos irregulares que fueron denunciados pero que, dada la falta de pruebas materiales, no fue posible someter a proceso. Estos casos son de menor cuantía y puede decirse que, en general, no han afectado mayormente el erario público ni al pueblo.
Hubo cesantías que perjudicaron a profesionales, los cuales, desde entonces, no pudieron ocupar cargos en la administración nacional. Habrá menester reparar en lo posible el daño causado, convirtiendo dichas cesantías en renuncias.
Fue el señor Alberto G. Busso injustamente separado de su cargo, trasladado y reemplazado por el señor Mario L. A. Avaca, pariente del ex director, el cual hizo una carrera meteórica dentro de la institución a pesar de no poseer títulos ni estudios universitarios.
Resta aún aclarar el caso de los vinos de Sirito, Solís y Compañía, cuya prosecución se recomienda al Ministerio de Hacienda.
Puede decirse que en lo general no hubo presión política por parte del ex director nacional, doctor Anselmo I. Menéndez, y cuando la hubiera habido fue en caso de gran insistencia por parte de las autoridades superiores. En ciertos casos en que la tal presión aparece y se persigue a personas, el hecho más bien tiene carácter personal –el ex director se siente ofendido- mas que político.
Después de la Revolución Libertadora comienzan a regir las nuevas autoridades gubernativas y de las Dirección Nacional de Química. Se necesitó efectuar nombramientos para llenar las vacantes existentes y el director nacional elevó al ministerio de Hacienda la nómina de candidatos, según el trámite regular. Dichos candidatos recibieron los nombramientos propuestos. Más se ha dado, últimamente, el caso irregular del señor Jorge A. Pena, el cual ha venido directamente propuesto por el ministerio con sueldo superior al de muchos universitarios de largos años de actuación en la repartición que esperan ser promovidos.
Otro caso semejante al del señor Pena, pero de menor gravedad, pues el sueldo es mucho más bajo, es el de la doctora O. Lapola.
Esta Comisión Investigadora ve con tristeza la repetición, bajo este régimen democrático, de prácticas que se han criticado violentamente durante el régimen anterior y que debieran ser radicalmente desterradas si es que, en verdad, se lucha por la superación de las instituciones.
Cargos contra el ex director Anselmo Isidoro Menéndez
De las investigaciones efectuadas por esta Comisión se desprenden los siguientes cargos contra el ex director:
Rigió sin reglamentos y arbitrariamente.
Por negligencia e incapacidad administrativas perjudicó al erario público durante un lustro al resistirse a efectuar la revisión de las tarifas de análisis.
Administró arbitrariamente, descuidando facetas fundamentales.
Fue el inspirador y principal ejecutor del decreto número 31.869/49, de creación de la Dirección Nacional de Química por el cual esta absorbe al Departamento Químico de la Dirección Municipal de Bromatología y al Instituto de Farmacología del Ministerio de Salud Pública, instituciones dedicadas específicamente al control de alimentos en Buenos Aires y de medicamentos en el orden nacional.
Como resultas de esta absorción se desorganiza el sistema anterior, con desastrosas consecuencias en esos fundamentales controles. Es así que en 1955 llegó a efectuarse el 20% de los análisis de alimentos que se realizaban antes y el control de medicamentos se efectúa también en forma deficiente.
Hizo destruir con ensañamiento el laboratorio que la Municipalidad tenía en Moreno 330.
Descalificó injustamente al personal superior que había en aquella repartición municipal.
Desorganizó grupos de especialistas que cumplían funciones específicas de alta utilidad.
Trató al personal de la Dirección Nacional de Química que no le era incondicional, de manera despótica, grosera y desconsiderada, denigrándolo en algunos casos, en forma inconcebible.
Dejó cesantes injustamente a personas haciéndolo en forma tal que no quedan pruebas escritas en casi ninguno de los casos. Los decretos de cesantías no tienen considerandos y solo mencionan separación de cargos.
Debido a la forma arbitraria, personal y, en muchos casos, sin sentido, en que regía, se fue creando una atmósfera de tensión y desconfianza, difícilmente tolerable y perjudicial para la buena marcha de la institución y que contrastó con la armonía que reinó anteriormente entre el personal de las tres reparticiones que formaban esta dirección nacional.
En sus declaraciones ante esta Comisión, hachas bajo juramento, ha faltado deliberadamente a la verdad en varias ocasiones. Esto se ha evidenciado fácilmente por comprobación con pruebas escritas y declaraciones de múltiples testigos de los hachos.
INTRODUCCIÓN
Esta Comisión Investigadora no fue constituida en base a denuncia concreta alguna.
Debido a ciertas dificultades no llegó a constituirse completamente hasta fines de noviembre de 1955 y solo comenzó a actuar el 5 de diciembre de 1955, cuando tuvo su primera reunión en la que habría de ser su sede, la Dirección Nacional de Química, calle Madero 279, Capital. Desde esa fecha se ha reunido, indefectiblemente, todos los días de lunes a viernes inclusive de 14 y 30 horas en adelante.
Pocos días antes de finalizar el año una comunicación periodística hace saber que por orden del Poder Ejecutivo, esta Comisión, juntamente con otras que se nombraban, debían dar por terminada su gestión el 31 de aquel mes. Dado que hacía sólo tres semanas que la Comisión funcionaba, período excesivamente corto para poder investigar, se elevó una nota al señor presidente de la Comisión Nacional de Investigaciones presentando el caso y solicitando una prórroga que fue concedida. Prácticamente su actuación terminó el 20 de enero de 1956.
Dado que no había denuncias concretas la Comisión Nacional de Investigaciones puso en manos de esta Comisión Nº 5 el borrador de un “plan cuestionario” a fin de que se contestara a los puntos allí especificados.
Comenzó la tarea interrogando a las autoridades superiores acerca de los tópicos solicitados en el cuestionario y, así que se discutían los mismos, iba surgiendo información que ponía en evidencia el estado de cosas existentes durante el régimen pasado. Se sintió, entonces, la necesidad de investigar gran número de casos que contribuirían a aclarar el panorama por el cual, dado el escaso tiempo con que se contó, no fue posible contestar a todos los puntos que presentaba dicho “plan cuestionario”.
Opinamos, los miembros de esta comisión, que ellos no reviste mayor importancia por cuanto las existentes deficiencias que del estudio de ese “plan cuestionario” pudieran evidenciarse las conocen perfectamente las nuevas autoridades de la Dirección que ya tratan de subsanarlas.
DESCRIPCIÓN DE LAS INVESTIGACIONES REALIZADAS
COLABORACIÓN
Ante todo esta Comisión debe mencionar la excelente colaboración que ha recibido de las altas autoridades de la Dirección Nacional de Química que actualmente rigen y que no escatimaron esfuerzo para poner en sus manos la información y material requeridos para el mejor logro de la gestión.
Se invitó por nota a todo el personal de la casa central y de las divisiones a presentarse a la Comisión Investigadora en el caso de tener irregularidades que denunciar.
No se recibió ninguna denuncia espontánea y las personas interrogadas debieron ser citadas a declarar por la Comisión que, en su búsqueda, iba encontrando evidencias de la forma en que había actuado la Dirección anterior. Solo se recibió una nota del personal de la división San Juan presentando su caso y pidiendo se estudiara la situación del mismo. Tampoco se presentó, ante la Comisión, persona alguna que trajera palabras o argumentos de apoyo al ex director, doctor Anselmo Isidoro Menéndez, único funcionario que era acusado directamente y, también, repetidamente por las numerosas personas que entrevistó e interrogó la Comisión, hecho éste que es bien conocido por el personal. Esta situación entorpeció, un tanto, la celeridad con que pudo realizarse la tarea.
La colaboración prestada por la Dirección Nacional Impositiva (DGI), Policía Federal y Comisión Investigadora en el Ministerio de Hacienda fue excelente. No se obtuvo contestación del Banco Central al pedido de informes elevado en su oportunidad.
PROGRAMA DE LAS INVESTIGACIONES
Las investigaciones fueron dirigidas, casi exclusivamente, a establecer:
a) Los efectos que pudieron tener sobre la repartición y, por ende, sobre el pueblo, las medidas adoptadas y el régimen establecido por el gobierno depuesto;
b) La forma de regir del ex director nacional, doctor Anselmo I. Menéndez, único acusado, y las consecuencias que pudiera tener sobre la marcha armónica de la institución;
c) Posibles irregularidades de tipo doloso e ilegal.
RESULTADOS DE LAS INVESTIGACIONES
a) EFECTOS PRODUCIDOS POR LAS MEDIDAS ADOPTADAS Y RÉGIMEN ESTABLECIDO POR EL GOBIERNO DEPUESTO
La medida más importante tomada durante el régimen del gobierno depuesto (NOTA se refiere al régimen peronista de Juan Domingo Perón) fue la creación de la Dirección Nacional de Química, en base a la:
1º Dirección Nacional de Oficinas Químicas Nacionales, dependientes del Ministerio de Hacienda
2º Departamento Químico de la Dirección Municipal de Bromatología, dependiente de la Municipalidad. (NOTA: se refiere a la actual Ciudad Autónoma de Buenos Aires).
3º Instituto de Farmacología y Contralor del Ministerio de Salud Pública.
Las dos últimas instituciones son absorbidas por la Dirección Nacional de Química, que se constituyó en el edificio de la que era entonces Dirección Nacional de Oficinas Químicas Nacionales, en la calle Madero 279, de conformidad a lo dictaminado por el decreto Nº 31.869, del 16-XII-1946, y respondiendo al programa de centralización totalitaria de la dictadura, el cuál encontró en el ex director y subdirector, doctores A. I. Menéndez y S. Celsi, respectivamente, entusiastas ejecutores, pues aquél satisfacía ampliamente las ansias de poder y dominación de los directores, (Para mayores detalles ver Apéndice I)
Departamento Químico de la Dirección Municipal de Bromatología
Este departamento tenía por finalidad principal el contralor y vigilancia de la calidad de los elementos que se expenden en la ciudad y en el Gran Buenos Aires.
Mientras dependió de la municipalidad, fue una entidad modelo cuyo prestigio había trascendido las fronteras del país, y era consultada por instituciones de naciones extranjeras. El celo y precisión con que controló el comercio de alimentos en la zona que le correspondía fue ejemplar.
Absorbida por la Dirección Nacional de Química en 1949, comienzan a resentirse la excelente organización y coordinación existentes entre laboratorios, inspectores y oficinas de la Dirección Municipal de Bromatología. Disminuye la colaboración con otros grupos, trayendo como consecuencia una peligrosa disminución de los análisis de alimentos efectuados, los cuales en1949 ascendieron a 33.000; en 1955, ascendieron a 6.200, aproximadamente.
Es decir que, actualmente, se hace solamente el 20% de los análisis que se realizaban anteriormente cuando ese departamento químico dependía de la Municipalidad.
Además se ha resentido gravemente la celeridad con que se hacen los trámites. En el pasado, entre el momento en que se extraían las muestras en los negocios y el de la intervención de los inspectores para decomisarlo en caso de que no fueran aptas o se encontraran en mal estado no transcurrían más de siete días y en la mayoría de los casos mucho menos. Actualmente el plazo es mucho mayor e indeterminado con la consecuencia de que, si el alimento no es apto, se sigue expendiendo durante ese período con evidente perjuicio para el público. (Ver Apéndice I.)
Prácticamente, puede decirse que el contralor de alimentos ha sido reducido al mínimo en la Ciudad y el Gran Buenos Aires, llegando a un punto en que sus efectos son casi nulos. (Ver Apéndice I.)
Además se hizo desmantelar con espíritu destructivo el laboratorio que el Departamento Químico Municipal poseía en Moreno 330, perdiendo para siempre ese local que aún pudo haber sido muy útil. Después se produce el hacinamiento en los laboratorios de Madero 279, a consecuencia del traslado del personal municipal y del aumento debido al nuevo personal que se tomó. Surgen las dificultades, pero es demasiado tarde.
En general, al personal jerárquico de aquella institución se lo disminuyó de categoría creando malestar y resentimiento. Algunos prefirieron renunciar quedando en precaria situación económica.
Instituto de Farmacología del Ministerio de Salud Pública
Este instituto tenía por finalidad principal el contralor, en el orden nacional de la calidad de los medicamentos.
La anexión de esta institución a la Dirección Nacional de Química no tuvo más éxito que la del Departamento Químico Municipal.
Al separárselo del Ministerio, cuya función específica es la de velar por la salud del pueblo sufrió considerablemente. Además se vio privado de la estrecha colaboración del Instituto Bacteriológico Malbrán, perteneciente al mismo Ministerio y que ocupa una de las alas del edificio en que estaba instalado el Instituto de Farmacología. Aquel edificio no se abandonó, pero perteneciendo, ahora, esas instalaciones a dos reparticiones dependientes de distintos ministerios. Están prácticamente desconectadas. El Instituto Bacteriológico le prestaba valiosos servicios que ya no le brinda.
Al anexarse el Instituto de Farmacología a la Dirección Nacional de Química se lo desmembró separando las diversas secciones que lo componían, que se fusionaron con otras análogas que cumplen tareas idénticas desde el punto de vista químico, pero con diferentes fines. Esta desarticulación lógicamente creó una situación desfavorable al buen cumplimiento de las funciones que habían de cumplirse.
La parte material se resintió. Falta instrumental de trabajo, escasea el personal, y el Ministerio del que entró a depender desoyó los dramáticos llamados de ayuda.
El personal que allí había, sufrió análogo destino al del departamento Químico de la Municipalidad. Se trajeron nuevos jefes de sección y el personal viejo quedó relegado.
Todas estas situaciones provocaron un estado de cosas lamentable. Y es así que, hasta hoy, los medicamentos no son controlados como es debido, se carece de “patrones” para efectuar el contralor de productos modernos tan importantes como lo son las vitaminas y antibióticos. (Estos “patrones” los obtenía y conservaba antes el Instituto Bacteriológico. Hoy carece de interés para hacerlo).
Hay actualmente cerca de 700 muestras atrasadas que esperan ser analizadas y veredicto. Casi todas ellas son de productos de exportación. Los productos importados de firmas reconocidas no se analizan y se toman como ciertas las especificaciones dadas por el fabricante.
Puede decirse que el contralor de medicamentos se ha resentido gravemente con la nueva organización y ha menester subsanar el mal rápidamente. (Para mayores detalles ver Apéndice I.)
b) FORMA DE REGIR DE LA EX DIRECCIÓN Y SUS CONSECUENCIAS
Para una mejor comprensión, puede encuadrarse la gestión administrativa pasada bajo los siguientes rubros:
1º Falta de reglamento interno.
2º Revisión tardía de la tarifa de análisis.
3º Tratamiento al personal y cesantías.
4º Sueldos y promociones.
1º Falta de reglamento interno (Ver Apéndice II.)
Instituciones del tipo de la Dirección Nacional de Química deben, indefectiblemente, regirse por un reglamento. Así fue hasta que el nuevo director se hizo cargo. Desconoció desde su iniciación el reglamento de 1944 que regía en ese entonces, y lo violó nombrando al subdirector doctor S. Celsi, cargo no estipulado en él, y al doctor Walter Jung, jefe del Laboratorio Central, que no posee título universitario argentino, exigido por la misma disposición.
Se siguió rigiendo sin reglamento, y ante esta anomalía el alto personal de la repartición, preocupado por las consecuencias que la situación pudiera reportar, redactó un proyecto en 1953 que fue presentado, reiteradamente, al doctor Menéndez, el cual prácticamente lo ignoró.
La falta de reglamentación fue, sin duda, uno de los factores que permitieron la forma arbitraria de regir del ex director. Este último en sus declaraciones admitió que rigió sin el mismo.
2º Revisión tardía de la tarifa de análisis. (Ver Apéndice III.)
Siempre existió en esta repartición una tarifa de análisis que regula el precio de los análisis que se realizan.
En 1938 se estableció la anteúltima que rigió hasta 1953, en que por ley 11.245, se dictó la que rige hoy.
Desde la fundación de la Institución en 1896 hasta 1946, los ingresos por concepto de derecho de análisis fueron superiores a los gastos de la misma.
Durante el período de la dictadura (NOTA se refiere al régimen peronista) se devaluó el signo monetario, incrementaron los gastos, el nuevo director aumentó considerablemente el personal de la repartición y comenzaron a presentarse los déficit, llegando en el año 1952 a la asombrosa cifra de $ 6.100.000 moneda nacional.
Ante este panorama desastroso la Secretaría General llamó la atención del doctor Menéndez reiteradamente, el cual se resistió a modificar las tarifas que, por anticuadas, perjudicaban al erario público en la dimensión arriba mencionada. Solo en 1952 accedió a presentar la nueva tarifa, después de haber soportado el Estado pérdidas estimables durante años. Comenzaron a regir las nuevas bases en 1953 e inmediatamente, se produjo un superávit de $ 7.500.000 moneda nacional.
Si bien, como dijo el doctor Menéndez durante el interrogatorio, la Dirección Nacional de Química es una entidad de fiscalización técnica y no oficina recaudadora, no se justifica que se haya descuidado en forma tal la parte económica, provocando pérdidas que debió pagar el Estado y, por ende, el pueblo, cuando hubieron de hacerlo aquellos para los cuales fueron efectuados los trabajos.
(NOTA: Téngase en cuenta que una de las grandes mentiras del régimen peronista fue hacer creer –sobre todo por la secretaría de prensa y difusión- que el país vivía un apogeo como nunca en su historia. Para mantener esta mentira viva, era imperioso evitar cualquier signo de inflación, como habitualmente muestra los aumentos de precios. La maniobra aquí, fue ocultar esa inflación que no solo se ve en esta repartición sino en muchas otras y el mayor ejemplo es la política de “agio y especulación”, como surge de la comisión que lo estudió, aplicada por el peronismo y aprovechada por los peronistas para fines propios.)
3º Tratamiento al personal y cesantías. (Ver Apéndice IV.)
El período del ex director doctor A. I. Menéndez se caracterizó por el tratamiento tiránico, desconsiderado y en ocasiones grosero, dado al personal que no le era incondicional.
En el Apéndice mencionado se describen algunos casos que pintan claramente la atmósfera que había creado esa manera de regir del doctor Menéndez. Dos de ellos, colectivos: el caso del robo de las cápsulas de platino y la campaña de fumigación en Ezeiza, dicen bien acerca de la desconsideración del ex director para con el personal bajo sus órdenes. Los otros de tipo individual no son menos ilustrativos, habiendo el ex director llegado a extremos verbales inconcebibles en casos en que intervenían mujeres y a gestos soeces en presencia de inspectores municipales ajenos a esta repartición. (NOTA: Se refiere, en parte, a lo que hoy llamaríamos “acoso sexual” y, “discriminación”)
Existen arbitrarias cesantías, que habrá menester reparar convirtiéndolas en renuncias, a fin de que los damnificados puedan ocupar en el futuro cargos públicos.
Es de destacar que si bien hubo contados casos en los que el motivo de la cesantía pudo ser político (NOTA: o sea opositores al régimen peronista), en general, puede decirse, en descargo del ex director, que durante al período en que rigió no hubo presión política.
El tratamiento descomedido no se limitó sólo al personal de la casa, sino también, se extendieron los límites de la correlación al tratar con personas ajenas a la misma, tales como inspectores municipales, representantes de empresas privadas, etcétera.
Los testigos interrogados están todos contestes en afirmar que la época más virulenta y tiránica del doctor Menéndez, fue aquella durante la cual, su amigo de la infancia, doctor Ramón Cereijo, fue Ministro de Hacienda. Caído este, se suavizaron los modales y fue algo más humano, no porque así lo sintiera, sino porque al faltarle el puntal que lo mantenía en su puesto peligraba su posición y no convenían las extralimitaciones.
4º Sueldos y promociones. (Ver Apéndice IV)
También hubieron injusticias en lo relativo a sueldos y promociones. En general puede decirse que el personal que estaba en la institución antes de la llegada del doctor Menéndez y que no se le mostró incondicional fue relegado en los ascensos. Por el Contrario, el personal nuevo cuyo nombramiento se debió al doctor Menéndez hizo rápida carrera superando rápidamente a los que en la repartición ya estaban.
Irregularidades de tipo doloso
No ha habido ninguna denuncia importante referente a irregularidades de tipo doloso por parte de las autoridades o del personal de la institución.
La comisión ha efectuado una cuantiosa investigación de las actividades y bienes del doctor A. I. Menéndez no encontrándose motivos de acusación severa que obligara a poner el caso en manos de la justicia.
Se obtuvo de la Dirección Nacional Impositiva su declaración de réditos de los últimos años, se revisaron los libros contables que llevan en su laboratorio particular y acerca de sus bienes fue interrogado minuciosamente durante el largo interrogatorio de tres días que se le hicieron además de información que se obtuvo por numerosas vías indirectas. Los resultados de esta búsqueda llevan a conclusión de que sus bienes no se han acrecentado en forma que pueda hacer sospechar maniobras irregulares de tipo doloso.
Se solicitó información al Banco Central acerca del movimiento de sus cuentas, sin haberse recibido respuesta hasta el presente.
De su amigo, Ramón Cereijo, recibió cuatro órdenes para automóviles en cuatro años consecutivos. (NOTA: Ver Comisión 3 Automotores de la Capital Federal para entender que se hacía con estos automóviles). Aparentemente esos coches eran vendidos así que recibía las nuevas órdenes, sin percibir ganancias, según el declarante por cuanto Cereijo le había prohibido que así lo hiciera. (¡ ¿)
APÉNDICE Nº I
ORGANIZACIÓN
a) Qué fue la ex Dirección de Oficinas Químicas Nacionales.
b) Qué fue la Oficina Química Municipal.
c) Qué fue el Instituto de Química de la Dirección Nacional de Salud Pública.
d) Surge la Dirección Nacional de Química.
a) Qué fue la ex Dirección de Oficinas Químicas Nacionales.
Fundada en 1896 fue siempre dependencia del Ministerio de Hacienda. Llevó ese nombre desde 1930 hasta 1949. Su fundamento interno se sujetó desde 1938 a un reglamento dictado por el Poder Ejecutivo a Propuesta de la repartición. En 1944 este reglamento fue substituido por otro que rigió hasta 1950 en que prácticamente cesó de regir ya que la dirección lo desconoció al hacer nombramientos de personal superior y subalterno en puestos que no fijaba dicho reglamento. A pesar de ello el reglamento de 1944 nunca fue oficialmente derogado. (Ver Apéndice Nº II.)
Las funciones que tenía asignadas hasta 1946 emanaron de varias disposiciones legales y reglamentarias que disponían su intervención en el control químico de:
Vinos y otros enológicos;
Bebidas y licores en general;
Petróleos y derivados;
Alimentos importados;
Útiles de mesa y cocina;
Abonos agrícolas;
Alcoholes;
Vinagres;
Etcétera,
Estableciéndose también que hará las pericias químicas que necesite la Administración Nacional de Aduanas y Puertos. Además la reputación asesoraba a Aduanas, Impuestos Internos y en menor escala a otras reparticiones y particulares en los asuntos que competen a la técnica química. Contribuía a fijar la exacta posición en relación al fisco de muchos productos importados y nacionales.
b) Qué fue la Oficina Química Municipal posteriormente llamada Departamento Químico de la Dirección Municipal de Bromatología.
Fundada en 1833 fue, en su tiempo, el primer laboratorio químico de América del Sur.
Su fundación básica fue la de fiscalizar los alimentos de consumo en la ciudad de Buenos Aires, determinar su estado de conservación, juzgar sus alteraciones, adulteraciones y falsificaciones, velando así por la salud de los habitantes. Para cumplir estas funciones disponía de sus propios inspiradores que recogían muestras en el comercio de la Capital y las enviaban a sus propios laboratorios, en la calle Moreno 330, donde eran rápidamente analizadas. Los resultados eran comunicados a los comerciantes en un plazo no mayor de siete días y se procedía de acuerdo a lo establecido por la ley cuando el producto violaba la regulación.
Además de su función básica:
Intervenía en todas las compras de artículos por la Municipalidad cuando eran susceptibles de ensayos o análisis, por ejemplo alimentos para hospitales, artículos de limpieza, tejidos, algodón para servicios sanitarios, tintas para escribir, carbón adquirido para usinas eléctricas, aceites lubricantes para vehículos, medicamentos para la Asistencia Pública, etcétera.
Intervenía en casos de quiebra o incendio de negocios que vendían alimentos, revisando y analizando previamente la mercadería que iría a remate, cumpliéndose así disposiciones oficiales, sobre locales que habían permanecido cerrados durante varios meses, y decomisado alimentos que pudieran alterarse por las altas temperaturas u otras razones en el caso de los incendios.
Investigaba en sus laboratorios acerca de los adulterantes y utilización de substancias prohibidas en los alimentos, analizaba y controlaba la contaminación del aire en las calles de la ciudad, etcétera.
Prestaba servicios a compañías e instituciones privadas y oficiales, CADE, Alpargatas S.A., Talleres CATITA, despensa de hospitales, comedores de ferrocarriles, buffet del Hipódromo Argentino, colonias de vacaciones, Sociedades de Beneficencia, etc., analizando substancias para la preparación de alimentos preparados, cuando lo solicitaban.
Evacuaba consultas de técnica industrial formuladas por las propias fábricas y ejercía funciones para municipalidades del interior del país que solicitaban su colaboración.
Participaba, de manera permanente, por intermedio de su director, en las comisiones más importantes de la Municipalidad.
c) Qué fue el Instituto de Química de la Dirección Nacional de Salud Pública.
Se creó en 1905 ante la necesidad de efectuar un minucioso contralor de los medicamentos que habían de expenderse y consumirse en el país.
Sus actividades eran:
Contralor químico de muestras de productos medicamentosos que se presentaban para ser autorizados como especialidades medicinales, a los efectos de comprobar la concordancia de su composición con fórmula declarada.
Contralor químico de muestras insecticidas, desinfectantes y raticidas, a efectos de otorgar autorización para su venta.
Contralor de muestras de productos de tocador para otorgar autorización para su venta.
Análisis de muestras de aguas minerales.
Análisis de agua para determinar potabilidad.
Contralor químico de drogas, medicamentos oficiales y especialidades farmacéuticas, remitidos por la Inspección de Farmacia para consumo interno y exportación.
Contralor de fabricantes de estupefacientes.
Contralor químico de drogas y productos medicinales adquiridos por licitación para sus propios laboratorios.
Contralor de drogas adquiridas por la Asistencia Pública de la Capital.
Contralor de drogas y productos de importación remitidos por la Dirección General de Aduanas.
Análisis de muestras y consultas formuladas por la Administración General de Impuestos Internos.
Asesoramiento técnico y análisis practicado a requerimiento de los Tribunales de la Capital.
Los laboratorios, oficinas y dependencias del Instituto de Química, ocupaban el ala derecha del gran edificio que se levanta en la calle Vélez Sársfield Nº563, perteneciente a la entonces Dirección Nacional de Salud Pública. El resto del edificio y sus dependencias los ocupaba y ocupa el Instituto Bacteriológico Malbrán, dependiente de la misma dirección. El hecho de que ambos institutos estuvieran tan próximos y sus especialidades destinadas a velar por la salud del pueblo y dependieran ambos de la misma dirección nacional, hacia que los referidos institutos trabajaran en estrecha colaboración. Era así que ciertos ensayos de tipo biológicos de productos que llegaban al Instituto de Química para analizar y estudiar se efectuaban en el Instituto Bacteriológico, que disponía de medios para realizarlos. Además, los “patrones” de contrastación tan esenciales en el contralor biológico de medicamentos, eran obtenidos y mantenidos por el Instituto Bacteriológico y estaban a disposición permanente del Instituto de Química.
Surge la Dirección Nacional de Química.
El 16 de diciembre de 1949 se dictó el decreto Nº 31.869, del Ministerio de Hacienda, por el cual se crea la Dirección Nacional de Química dependiente de ese Ministerio con competencia en la ciudad de Buenos Aires, territorios nacionales y en todos los casos de jurisdicción federal.
Siguiendo el programa trazado por el gobierno depuesto, que tendía a unificar todas las actividades en forma tal que se pudieran controlar sin dificultad por el poder central usando pocas posiciones claves, este decreto tenía por finalidad centralizar las grandes reparaciones, cuyos servicios eran “el asesoramiento y la fiscalización técnica de carácter químico”.
El principio centralizador de tipo totalitario que había sido lanzado por el cabecilla del movimiento, copiando, evidentemente a regímenes que en Europa ya habían sucumbido, encontró en el ex director y subdirector de la que entonces era Dirección Nacional de Oficinas Químicas Nacionales, doctor Anselmo I. Menéndez y Santiago Celsi, respectivamente, a dos ejecutores entusiastas que iban a ponerlo en práctica por cuanto satisfacían plenamente sus ambiciones personales, dándoles amplios poderes sobre las actividades de su profesión.
Fácil fue al doctor Menéndez lograr que se dictara el mencionado decreto por su estrechísima vinculación como el entonces ministro de Hacienda, R. A. Cereijo, vinculación que venía desde la infancia. Muy grande fue la influencia del doctor Menéndez sobre Cereijo, en los primeros años del gobierno depuesto. Obtuvo, ante todo, el decreto de creación de la Dirección Nacional de Química, y pocos días después el que lo nombraba a él mismo director nacional, aumentando considerablemente su poder para luego dictar resoluciones y concesiones que hubieran sido difíciles de lograr tan estrecha amistad.
El decreto mencionado creaba la nueva dirección en base a la que hasta entonces había sido Dirección Nacional de Oficinas Químicas Nacionales del Ministerio de Hacienda, transfiriéndose a la misma:
1º “Las funciones que siendo de su competencia, estaban a cargo de la Dirección Municipal de Bromatología.”
2º “El Instituto de Farmacología y Contralor Farmacéutico del Ministerio de Salud Pública”.
Dictado el decreto comenzaron rápidamente los trámites de toma de posesión de las reparticiones mencionadas. Se transfirieron técnicos, se reorganizó en general y en el caso del laboratorio que la Dirección Municipal de Bromatología poseía en la Calle moreno 320, prácticamente se lo destruyó y se abandonó un local, que no había de ser recuperado más, y que hubiera podido ser utilizado para actividades químicas que urgentemente requería el país. Más adelante, en esta exposición se comentan estos hachos y sus consecuencias.
CONSECUENCIAS
La incorporación de dos grandes reparticiones: Departamento Químico de la Dirección Municipal de Bromatología e Instituto de Química de la Dirección Nacional de Salud Pública (mas tarde Instituto de Farmacología del Ministerio de Salud Pública.) a la Dirección Nacional de Química, tuvo consecuencias que han perjudicado al control minucioso de los alimentos y medicamentos. Se la separó de los grandes organismos (Municipalidad y Dirección de Salud Pública) que cumplen misiones concretamente dirigidas hacia fines específicos para la asimilarlas a la Dirección Nacional de Química por el solo hecho de que desempeñaba sus funciones en el campo de la Química. Lógicamente la eficacia de tales oficinas hubo de resentirse, pues su especialidad, que no consistía solamente en analizar productos, sino que tenía actividades complementarias, tales como las que desempeñaban los inspectores que extraen las muestras de los negocios, los que inspeccionaban locales, la asesoría técnica especializada que le brindaba a las grandes reparticiones a que pertenecían, etcétera, tendía a diluirse al asimilársela a la Dirección Nacional de Química.
A.- Departamento Químico de la Dirección Municipal de Bromatología
Prueba de ello es, en el caso de este departamento, la disminución considerable de los análisis de alimentos efectuados anualmente y cuyas cifras son las siguientes:
Año 1948 un Total de 31.200 análisis efectuados por la Dirección Municipal
Año 1949 un Total de 33.800 análisis efectuados por la Dirección Municipal
Se crea la Dirección Nacional de Química.
Año 1951 un Total de 20.000 análisis efectuados por la Dirección Nacional de Química
Año 1952 un Total de 17.000 análisis efectuados por la Dirección Nacional de Química
Año 1953 un Total de 17.000 análisis efectuados por la Dirección Nacional de Química
Año 1954 un Total de 10.000 análisis efectuados por la Dirección Nacional de Química
Año 1955 un Total de 5.200 análisis efectuados por la Dirección Nacional de Química
La constante disminución del número de muestras analizadas implica una distribución en la eficacia del contralor bromatológico que se realiza en el municipio. Esta disminución tiene su origen en el número de muestras, cada día menor, que envía la Dirección de Bromatología a la Dirección Nacional de Química, y que se debe al error inicial de no haber transferido también a esa última las funciones de inspección y de extracción de muestras, las cuales continuaron ejerciéndose por la Dirección Municipal de Bromatología.
Más, no solo ha disminuido peligrosamente la cantidad de muestras analizadas, sino que también la celeridad con que se efectúa todo el procedimiento ha decrecido en forma tal que tornan prácticamente ineficaces las tareas que se cumplen. Para ilustrar este hecho merece recordarse cuál era el procedimiento seguido anteriormente y cómo se procede en la actualidad:
a.- Anteriormente:
Departamento Químico de la División Municipal de Bromatología.
Ese departamento químico de la Dirección Municipal poseía sus propios inspectores, que enviaba diariamente a recorrer negocios en los cuales se extraían muestras de alimentos. Las muestras (por triplicado) eran selladas y dejadas en poder del comerciante. Al día siguiente el departamento de Química enviaba con sus propios vehículos a empleados a retirar dos de ellas quedando la tercera en el negocio. Una de estas dos muestras era analizada y la otra guardada como testigo. El análisis era rápidamente efectuado y el resultado comunicado al comerciante dentro del término de siete días a partir del de la visita del inspector. Si el análisis mostraba alteración, adulteración o falsificación del producto se procedía a intervenirlo hasta que se efectuara el peritaje si el comerciante así lo proponía. Luego se procedía al decomiso y multas.
Todo esto debía hacerse en corto espacio de tiempo con el fin de poder intervenir antes que el público consumiera los productos que pudieran afectar su salud.
b.- Actualmente:
Dirección Nacional de Química.
La dirección no tiene sus propios inspectores. La inspección y toma de muestra en los negocios de la Capital la realizan los inspectores municipales. Estas muestras son remitidas a la Dirección Nacional de Química que efectúa el análisis. Dado el cúmulo de tareas que esta dirección tiene y la escasez de personal, los análisis tardan 10 y hasta 15 días en efectuarse (parcialmente en los momentos de gran afluencia de muestras de Aduana).
Efectuado el análisis con esas demoras, si la muestra resulta apta para el consumo se comunica por nota a la Dirección Municipal de Bromatología activándose allí. Si por el contrario, el producto está alterado, adulterado o falsificado se da conocimiento a la División Municipal de Bromatología que inicia un expediente y notifica después al comerciante por medio de sus inspectores. Días después la Dirección Nacional de Química comunica al comerciante que debe concurrir a abonar en el orden nacional, el importe del análisis. En estos casos el comerciante es multado doblemente: por el municipio y también por la Nación lo cual resulta ser un doble castigo por una misma contravención y en pugna con el decreto de creación de la Dirección Nacional de Química que solo lo confiere la misión de efectuar los análisis de muestras. (Y es contrario al principio jurídico por el cual nadie puede ser penado dos veces por un mismo hecho).
Todos estos trámites suelen llevar largos días que perjudican al pueblo por cuanto los alimentos en mal estado o adulterados siguen expendiéndose durante el período en que va desde la toma de muestras hasta el de la intervención del producto, y en muchos casos prescribiría el proceso por cuanto el Digesto Municipal establece un plazo, después del cual, el producto puede ser vendido libremente.
Por último ha menester mencionar que la Oficina Química Municipal que fue después el Departamento Químico de la Dirección Municipal de Bromatología tuvo desde largos años sus laboratorios en la calle Moreno 330. Si bien éstos estaban instalados en un edificio antiguo poseían salones amplios y numerosos, bien aireados, con buena luz natural e instalaciones perfectamente apropiadas para las tareas químicas que allí se realizaban. Allí se alojó todo el personal de la repartición sin hacinamiento y había amplio lugar para que los químicos trabajaran muy cómodamente. Se hacían, sin lugar a dudas, tareas mucho más especializadas que las que ahora se realizan en la Dirección Nacional de Química.
Creada la Dirección Nacional de Química y absorbido el Departamento Químico de la Dirección Municipal de Bromatología por ella, se traslada el material de trabajo a la sede central de la nueva dirección y se envía a destruir con ensañamiento todas las valiosas instalaciones (mesas de laboratorio, piletas, campanas de gases, armarios, etcétera) dejando a aquel lugar en un estado lamentable de destrucción. Las maderas, de excelente calidad y espesores considerables, actualmente muy difíciles de obtener, fueron traídas, destrozadas, a la sede central donde fueron arrumbadas a la intemperie y destruidas, prácticamente, por los agentes atmosféricos durante el lustro que allí estuvieron depositadas. Al efectuar este desmantelamiento cayeron los recubrimientos de azulejos, columnas, tabiques, campanas, etcétera.
Más tarde al tener que incorporar en el edificio central de la Dirección Nacional de Química al personal del laboratorio destruido surge el problema del espacio. Este problema pudo haber sido fácilmente solucionado de haberse mantenido aquel edificio con sus instalaciones en el cual durante tantos años se había cumplido una celosa tarea de control de alimentos en tan excelente forma. Esta tarea no alcanzó a efectuarse de manera tan eficiente después que la Dirección Nacional de Química asumiera la responsabilidad de realizarla.
El problema del espacio surgido después de la destrucción del laboratorio surge evidente de la declaración del doctor Menéndez ante la Comisión Investigadora donde dice que “los resultados fueron los previstos en la medida de las posibilidades físicas de la repartición en personal (que se vio disminuido en los últimos años), en instrumental (que no lo obtuvo en la medida de sus necesidades) y en espacio físico, que tampoco pudo aumentar a pesar de los reiterados esfuerzos realizados”.
Cabe también destacar que la categoría del trabajo técnico desarrollado por el personal de esos laboratorios municipales había trascendido al extranjero y era valorada en alto grado por otras naciones latinoamericanas. Así puede citarse un número de técnicos que vinieron desde oficinas químicas y laboratorios de Brasil, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Chile y Perú a perfeccionar sus conocimientos y técnicas, algunos de ellos como becarios, bajo la dirección de los especialistas que en estos laboratorios había.
El personal técnico que había en aquella repartición mucho del cual, evidentemente, desempeñaba, importantes jefaturas, fue trasladado a la sede central o a los laboratorios de la calle Vélez Sárfield y distribuido. Muchos técnicos fueron colocados en los puestos de menor jerarquía lo cual, sin duda, produjo resentimiento y, por ende, disminución en la capacidad de trabajo, entusiasmo por el mismo etcétera. Todo ello de redundar en detrimento de la marcha armónica y ascendente de la repartición.
Esto, sumado al trato desconsiderado por parte del doctor Menéndez que en ciertas ocasiones recibieron los inspectores municipales hizo que el contralor de alimentos en la ciudad de Buenos Aires llegara al lamentable estado que muestran las estadísticas y hechos de 1955.
Resumiendo: La nueva organización que absorbiera al Departamento Químico de la Dirección Municipal de Bromatología ha perjudicado al control de la calidad de los alimentos:
a.- Efectuando en la actualidad solamente el 20% de los análisis que se realizaban antes;
b.- Complicando los trámites al hacer intervenir dos reparticiones donde antes intervenía una sola, de resultas de lo cual, y de la acumulación de muestras de todo tipo, se producen demoras que desvirtúan la finalidad de la función de control;
c.- Destruyendo un excelente laboratorio químico casi exclusivamente dedicado al control de alimentos, obligando así al cuerpo de químicos que a ello se dedicaba a trabajar en espacios más reducidos y menos aptos, en consecuencia;
d.- Produciendo descontento y desinterés por las tareas en los profesionales que antes se desempeñaban entusiastamente en los laboratorios de la Municipalidad.
B) Instituto de Farmacología y Contralor Farmacéutico del Ministerio de Salud Pública (ex Instituto de Química de la Dirección Nacional de Salud Pública)
No fue más exitosa la anexión de este instituto a la Dirección Nacional de Química. La vinculación directa al Ministerio de Salud Pública y la colaboración estrecha del Instituto Bacteriológico Malbrán, perteneciente al mismo Ministerio en la calle Vélez Sárfield, tenían indiscutiblemente, enormes ventajas pues se estaba trabajando para y con reparaciones que tenían una específica función: la de velar por la salud del pueblo controlando los productos medicinales que se expedían en el mercado.
Desconectado el Instituto de Farmacología y Control Farmacéutico de su repartición madre, los trámites se hacen más pesados y la colaboración deja de ser lo estrecha que fuera de desear. El Instituto Bacteriológico por esa misma razón no tiene ya el interés de colaboración que tenía anteriormente y se resisten ciertos aspectos importantes entre ellos, sin duda el más fundamental, el de preocuparse por tener al día el stock de “patrones” de contrastación, indispensable en el contralor de medicamentos. Actualmente dicho instituto no se preocupa mayormente por obtener dichos patrimonios y mantener la colección completa tornando prácticamente imposible controlar ciertos medicamentos fundamentales como lo son los antibióticos y las vitaminas. Es así que, el jefe del laboratorio de Farmacología de la Dirección nacional de Química, doctor A. Novelli, dice en un informe a la actual dirección:
“El contralor biológico de algunos medicamentos exige la contrastación con “patrones” de los cuales se carece. Los que se disponían se han agotado, y pese a demandas repetidas a la Dirección Nacional para que se proveyeran nuevos, nada se ha logrado. Es urgente subsanar esta falta.”
De aquí se deduce que la falta de colaboración del Instituto Bacteriológico en este asunto, la Sección de Farmacología hizo dramáticos llamados a la dirección de la Dirección Nacional de Química, sin encontrar solución. Fue así que en ciertos momentos desesperantes algunos jefes optaron por enviar a los químicos, a sus órdenes, a efectuar contrastaciones de productos en los laboratorios de las compañías que los producían. Tal, para dar tan solo un ejemplo, el caso de la vitamina B12 de laboratorios OCEFA que, por carecerse de patrones, fueron contrastados en los laboratorios de esa compañía por profesionales de la Dirección Nacional de Química. Es ésta una absurda situación que tiene su origen casi exclusivamente, en haber desconectado el Instituto de Farmacología de reparticiones con funciones específicas (Ministerio de Salud Pública e Instituto Bacteriológico) que jamás habría permitido llegar a una situación de falta de “patrones”, tal como la presente.
Además, al producirse la anexión se desmembró el instituto y, en consecuencia, “parte de los análisis que se efectuaban en el Instituto de Farmacología se derivaron a otras secciones. En la redistribución del personal se disminuyó considerablemente el número de técnicos asignados primitivamente al Instituto de Farmacología, y reducciones ulteriores hacen que, en la actualidad, éste sea menos de 1/5 del primitivo. A pesar de existir ese laboratorio destinado al análisis de drogas, la organización de la Dirección Nacional no alcanzó nunca a completarse, y así se da el caso de continuar analizándose en otros laboratorios de esa dirección, drogas medicamentosas, que específicamente deberían serlo en el de farmacología”.
“La falta de aparatos indispensables ha sido señalada con insistencia”.
“El escaso personal con que se cuenta, ha hecho que el número de muestras atrasadas se eleve a 761 al finalizar octubre de 1955”.
“La Sección Microbiología debería tener una dependencia más directa, pues son tan numerosos los análisis que exigen métodos microbiológicos, que actualmente constituyen rutina diaria de trabajo, como valoración de alcaloides, etcétera, por lo cual la sección debería estar vinculada directamente a este laboratorio”.
Estos son solo algunos de los puntos que se presentan en el llamado que hace el jefe de la Sección Farmacología al actual director nacional de Química, pidiendo dramáticamente que se proceda a subsanar las fallas que hacen que el control de medicamentos no se haga en la forma que exige la técnica moderna y estabilicen las leyes y reglamentos nacionales.
Aparentemente, este llamado de atención y demandas de mejora de esta apremiante situación se hicieron repetidamente durante períodos anteriores, sin éxito. No es de extrañar por cuanto un Ministerio como el de Hacienda y una repartición como la Dirección Nacional de Química, cuyas principales funciones no son la de velar en forma directa por la salud pública, difícilmente podría interesarse por esa actividad tan profundamente como lo haría el ministerio de Salud Pública, el cual, sin duda, no habría permitido que la situación llegara al estado en que se encuentra actualmente.
“El contralor de medicamentos, si pudiera compararse, podría decirse que tiene importancia mayor que el de los alimentos, por sus características y sus finalidades. En tanto que en el caso de los alimentos la sofisticación tiene por finalidad principal la substitución de un producto por otro de calidad inferior, en el de los medicamentos el contralor debe hacerse para cuidar que los principios activos estén presentes o no se hallen en cantidades distintas de las señaladas. Las consecuencias serán el retardo de curación o agravamiento, o aún la muerte del paciente. Otro aspecto también fundamental es el alto costo de los medicamentos, que incide en forma considerable en los presupuestos familiares, alto costo que justifica la exigencia de un contralor estricto”.
Se transcriben estos párrafos del director Novelli con el objeto de puntualizar la importancia fundamental del control de los medicamentos y la imperiosa necesidad de subsanar rápidamente los errores cometidos y llegar a una organización que permita el contralor de los medicamentos que merece y exige la Nación.
Para terminar, cabe mencionar que, debido a la situación a que se ha llegado los medicamentos de firmas extranjeras de prestigio conocido que se importan no son analizados, dándose crédito a las especificaciones establecidas por la compañía productora. Es lamentable haber tenido que llegar a semejantes extremos, pues si bien es cierto que firmas como Bayer, Schering, Squibb, etcétera, controlan minuciosamente los medicamentos que producen no se justifica que los organismos nacionales específicos no controlen los productos importados, aunque provengan de prestigiosas compañías. Esas mismas firmas tienen en el país fábricas que producen medicamentos semejantes y éstos son controlados por la Sección Farmacológica. Sólo la falta de medios, personal y organización pueden justificar la medida tomada de eliminar el control de los medicamentos importados provenientes de firmas prestigiosas.
CONCLUSIONES:
Se ha resentido el contralor de la calidad de los alimentos en la Capital Federal (NOTA: Actual Ciudad Autónoma de Buenos Aires Capital Federal de la República Argentina), llegando la cantidad de análisis efectuados a cifras muy bajas.
Se ha resentido el contralor de medicamentos que anteriormente efectuaba el Instituto de Química.
Se ha destruido el laboratorio de la calle Moreno 330, que pudo haber sido utilizado en actividades que la Nación demandaba con urgencia.
Se desorganizaron grupos de especialistas y desmembraron organizaciones que cumplían funciones específicas de alguna utilidad.
Al reorganizar y desarticular las reparticiones que iban a ser absorbidas por la nueva Dirección Nacional de Química, se desciende de categoría a mucho personal especializado que ocupaba importantes jefaturas, causando desconcierto y justificados resentimientos que se traducían mas tarde en disminución de la capacidad de trabajo y falta de interés por el mismo.
Algunos altos jefes de aquella repartición prefirieron jubilarse, en algún caso, en situación precaria.
RECOMENDACIONES:
Esta Comisión Investigadora se permite dar la siguiente opinión en este delicado asunto, que ha menester estudiar cuidadosamente, por cuanto en manos de las oficinas químicas destinadas al contralor de alimentos y medicamentos está la salud del pueblo que las mantiene:
a.- Debería volver a la Municipalidad la responsabilidad del control químico de los alimentos con todas las actividades adicionales que existían antes de la creación de la Dirección Nacional de Química.
Se entiende que en esta tarea está empeñado el doctor Abel Sánchez Días, quien ha sido llamado por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires a colaborar en el estudio de la vigilancia bromatológica de la Ciudad;
b.- Debería volver al Ministerio de Salud Pública la responsabilidad del contralor de los medicamentos, tal como lo estaba antes de la creación de la Dirección Nacional de Química.
En esta forma volverán estas funciones específicas a estar bajo la dirección de las grandes reparticiones interesadas directamente en los asuntos de competencia de las oficinas químicas especializadas.
Y la dirección Nacional de Química volvería a las funciones que antes cumplía, que son vastas y de gran responsabilidad y que, por serlo, exigen vigilancia y organización excelentes, sin olvidar que todos los trámites que allí se realicen deberán estar caracterizados por su celeridad, pues hay grandes intereses del Estado y particulares que de ella dependen.
APÉNDICE Nº II
REGLAMENTO INTERNO
Para no llevar la historia a épocas demasiado lejanas se mencionará aquí que desde 1938 regía un adecuado “Reglamento Interno de las Oficinas Químicas Nacionales”, con una amplia determinación de las funciones que correspondían a todos los integrantes de la misma. Este reglamento fue dispuesto por el decreto 123.177, del 7 de enero de 1938.
Al convertirse las oficinas químicas nacionales en Dirección Nacional de Oficinas Químicas Nacionales se modifica ese reglamento y entra a regir en 1944 uno nuevo según el decreto Nº 577 del Poder Ejecutivo, 25/VII/1944.
Este último reglamento interno se mantiene sin modificaciones hasta 1949, año en que se crea la Dirección Nacional de Química con el objeto de centralizar los servicios de asesoramiento y fiscalización técnica de carácter químico por medio del decreto Nº 31.869 del 16/XII/1949. Este decreto si bien fija la nueva estructura de la dirección, no es reglamentario sino puramente enunciativo, faltando, por consiguiente la respectiva reglamentación funcional. Esta no se produce y, desde esa fecha hasta el presente, la dirección carece del cuerpo legal que regle sus funciones.
Desde entonces, el ex director nacional, doctor Menéndez dirige a la institución sin ceñirse a ninguna disposición legal y es así que crea puestos (tal como el de sub director) no especificados en el reglamento de 1944 o nombra a personas sin título en cargos que el reglamento mencionado estipula que “se requiere ser diplomado en química en una universidad nacional”, y dispone arbitrariamente toda la tarea de la dirección.
Cuando durante los interrogatorios se le pregunta al ex director nacional respecto de esta gravísima omisión al no proyectar un nuevo reglamento inmediatamente después de dictarse el decreto de creación de la Dirección Nacional de Química en 1949, alega ignorancia jurídica y descarga su responsabilidad en sus subalternos que no le llamaron la atención sobre el particular.
De la Investigación practicada resulta que tal omisión aparece deliberada pues al proponer el doctor Menéndez el proyecto de decreto de creación de la Nueva Dirección Nacional de Química (que llevaría después Nº 31.869) lo hace en forma tal que no sigue la línea de los anteriores que eran reglamentarios sino que hace en forma enumerativa. Desaparecen así las formas precisas en que se debe actuar permitiendo a la dirección regir a su albedrío sin formas legales que limiten sus facultades.
Esta falta de reglamentación funcional preocupa al alto personal de la institución y, con el objeto de evitar las graves consecuencias que pudieran surgir de la falta de reglamentación, proyecta la secretaría general una “reglamentación funcional” que eleva a la dirección el 12 de junio de 1953. El director nacional no la acepta y, tan asombroso como puede parecer niega durante el interrogatorio conocer tal proyecto copia del cual se le mostró en el acto, diciendo: “que nunca tomó contacto con dicho proyecto”.
Por declaración del secretario general se sabe que reiteradamente se presentó el proyecto de reglamento a la dirección sin encontrar eco.
Fue así que pudo la Dirección Nacional regir a su arbitrio a una institución que, como la que fuera Oficinas Químicas Nacionales, se rigiera por estrictos reglamentos y que luego de absorber en 1949 a importantes reparticiones como lo fueran el Departamento Químico de la Dirección Municipal de Bromatología y el Instituto de Farmacología del Ministerio de Salud Pública hubiera sido menester reglamentar en forma igualmente estricta para lograr una gestión correcta.
Sin reglamento se incurre en una grave omisión que fue sin duda, uno de los factores preponderantes de la forma arbitraria en que se dirigió a la institución y creó el clima de desasosiego que reinó durante el período pasado.
CONCLUSIONES:
La Dirección Nacional de Química desde su creación en 1949 careció de reglamento.
Ante esta irregularidad el personal superior de la institución redacta un proyecto de reglamento que eleva reiteradamente al ex director nacional sin encontrar eco.
El ex director nacional rige arbitrariamente a una gran reparación que había sido formada por tres reparticiones químicas de primordial importancia, trayendo como consecuencia situaciones confusas que crean un ambiente incierto y desfavorable para el buen desenvolvimiento de las actividades.
RECOMENDACIONES:
Es de imprescindible necesidad que, a la brevedad posible, se dicte nuevo reglamento que haya de regir en la Dirección Nacional de Química.
Deberán rectificarse los errores cometidos al regir sin reglamento. Entre ellos, el más importante, es la situación del jefe del laboratorio central, doctor Walter Jung, quien sin poseer título universitario nacional, viola lo establecido en todos los reglamentos anteriores y, aun, los principios enunciados por los gobiernos nacionales que estipulan que aquellas personas que ocupando jefaturas técnicas en la administración nacional deban firmar documentos de interés público tendrán que poseer: título expedido por universidad argentina. En el caso del doctor Jung la situación se agravia por cuanto en el laboratorio central es donde se hacen los análisis de contravención en presencia de peritos representantes de las entidades particulares que reclaman. A dichos peritos privados se les exige por ley, título universitario argentino para poder intervenir. Se da entonces el caso anormal de que el jefe del laboratorio central, que interviene en nombre del Estado, no lo posee.
La dirección Nacional de Química deberá considerar seriamente este caso.
APÉNDICE Nº III
TARIFAS DE ANÁLISIS
En las instituciones del tipo de las oficinas químicas nacionales, existe siempre una tarifa que regula el precio de los análisis que en ella se efectúan.
En 1938 se estableció la última tarifa que rigió a la que fuera Dirección Nacional de Oficinas Químicas Nacionales hasta el año 1953 en que se dictan las nuevas “tarifas de análisis, ley Nº 11.245”.
Esta repartición desde su fundación en 1896 hasta 1946, año en que se hace cargo el nuevo director, doctor Anselmo I. Menéndez, funcionó en forma tal que los ingresos de los importes que recibió en concepto de derechos de análisis con cargo, compensó con creces a los gastos de la misma. En ese mismo año de 1946 el superávit asciende a $ 868.490.- m/n, tal como puede apreciarse en el cuadro demostrativo que se adjunta.
CUADRO
En 1947 se presenta un cuadro análogo e inmediatamente después comienza una sucesión de años durante los cuales los déficit se hacen cada vez mayores, hasta llegar a la asombrosa cifra de $ 6.109.694.- m/n. en 1952.
El fenómeno apuntado se debe exclusivamente a dos razones fundamentales:
a) La devaluación del peso y la inflación general con los correspondientes aumentos de sueldos, de los precios de los materiales, etcétera,
b) El aumento del personal (64 nuevos nombramientos en 1948 y 84 en 1949) y administración suficiente.
Es evidente que con el considerable aumento de los gastos y sin aumentar proporcionalmente la tarifa de análisis los déficit habían de aparecer e irían incrementándose a medida que el signo monetario se devaluara y los gastos de la repartición aumentaran.
Si bien es cierto que la Dirección Nacional de Química no es ente recaudador y, por consiguiente, no debe considerarse como organización que haya de rendir beneficios, no lo es menos que, si durante medio siglo las recaudaciones, superaron a los gastos beneficiando al Estado, debiéndolo haber seguido haciéndolo permanentemente.
Las tarifas de análisis debieron haber sido revisadas oportunamente y así lo requirieron infructuosamente miembros destacados del personal de la casa ante el ex director nacional, doctor Menéndez, en varias oportunidades. Tan es así que en “1947 la secretaría general sugirió la revisión y proyecto de nueva ley de análisis y reglamentación para lo cual existía una comisión formada expresamente con el objeto de reunir antecedentes, a los efectos de dar cumplimiento a la formulación del anteproyecto que le fuera encomendado” (Declaración del doctor A. Corso.
Desde entonces el ex director se opone a la modificación de las tarifas de análisis y solo en 1952 accede a que se haga, presionado por la evidencia de las cifras, que mostraban un cuadro desastroso. Se dicta entonces la ley Nº 11.245 e inmediatamente después, en 1953, se produce un superávit de $ 7.447.458 moneda nacional, que se mantiene en ese orden hasta el presente y que contrastaba con los $ 6.000.000 moneda nacional de pérdidas que se registraban anteriormente.
Lo sucedido indica una imperdonable falta de atención de la dirección nacional a la faz financiera de esta institución, que perjudicó durante largos años al erario público. Al recriminar esta Comisión Investigadora durante su interrogatorio al doctor Menéndez por el desinterés prestado a este problema económico, contestó diciendo “que había que hacer la salvedad de que un déficit en el balance de ingresos y egresos no significa una irregularidad, puesto que se trata de una entidad de fiscalización técnica, agregando que nunca la secretaría general le informó sobre tales déficit y menos que contrastara esa situación con lo ocurrido en años anteriores”.
Estas afirmaciones están en franca contradicción con lo declarado por el doctor A. Corso durante el interrogatorio que se le hiciera, párrafos de lo cual han sido transcriptos más arriba.
De las Investigaciones y estudios realizados por esta Comisión se desprende claramente que el ex director, doctor Menéndez, no desconocía la situación por cuanto:
Sabía que existía una comisión formada expresamente para estudiar la revisión de las tarifas.
Tuvo en sus manos el proyecto de revisión de tarifas que demoró y no le dio curso.
Las cifras aparecían en las memorias anuales que el director debía aprobar y firmar.
En repetidas oportunidades el personal superior responsable llamó la atención de la dirección por las diferencias desfavorables que aparecían entre las recaudaciones y los gastos de la institución, puntualizando la imperiosa necesidad de una revisión.
CONCLUSIONES:
De lo que antecede se concluye que:
Ha habido negligencia e incapacidad por parte del ex director nacional en este importante asunto, en el que debió haber actuado con celeridad y energía.
Que durante cinco años se ha perjudicado al erario público, pudiendo haberlo favorecido en la misma dimensión.
APÉNDICE Nº IV
TRATAMIENTO AL PERSONAL Y CESANTÍAS
Desde el momento en que el ex director nacional, doctor A. I. Menéndez, ocupó el cargo en 1946 en la que en ese momento era la Dirección de Oficinas Químicas Nacionales, se establece un régimen caracterizado por la forma violenta y desconsiderada con que se trata a cierto personal, particularmente a aquellos que estaban en la repartición desde larga data y que podían sospecharse afectos a las autoridades que habían sido destituidas de esa repartición.
Inmediatamente de tomar posesión del cargo exige la presentación de las renuncias de los más altos jefes, algunas de las cuales son aceptadas casi de inmediato, perdiendo así la repartición hombres de prestigio científico y larga experiencia en la institución que, como se probó después, fueron irremplazables. Tal el caso del ex director de la Oficina Química de la Capital, doctor Carlos A. Abeledo, a cuyo cargo había llegado después de 22 años de actuación muy destacada.
La forma despótica, altanera y a menudo grosera de tratar al personal contribuyó a crear un clima de disgusto y resentimiento que perjudicó enormemente la marcha armónica y ascendente de la institución. Si a ello se agrega el deprimido estado de ánimo en que se incorporan más tarde a la Dirección Nacional de Química los grupos de técnicos pertenecientes al Departamento Químico de la Dirección Municipal de Bromatología y al Instituto de Farmacología y Contralor Farmacéutico del Ministerio de Salud Pública que, en general, recibieron análogo tratamiento, puede fácilmente colegirse cuál fue el espíritu que privó en el personal durante los años en que actuaron las autoridades de la dictadura depuesta.
No es de extrañar, pues, que, tan pronto el movimiento revolucionario de septiembre de 1955 provoca la caída del régimen, un grupo de técnicos y personal de la casa se reúne en uno de los salones de la misma y en asamblea decide dirigirse telegráficamente al nuevo ministro de Hacienda, solicitando se separe del cargo a los señores director y subdirector nacionales, doctores A. I. Menéndez y S. Celsi, respectivamente, por tratarse de personas identificadas con el régimen de gobierno depuesto y haber cometido en la repartición arbitrariedades indignas de correctos funcionarios y reñidas con los más elementales principios democráticos.
A pesar de haber sido éste un telegrama colacionado no llega al señor ministro, el cual se entera pocos días después, por los diarios, de que le había sido enviado. Cita entonces a los delegados de la Dirección Nacional de Química, se le explica el asunto, se investiga el caso y aparece el telegrama. Se interpreta, fácilmente, que esto puede haber sucedido conociendo la influencia y los contactos que aún tenía entonces el doctor Menéndez en ese Ministerio. Pocos días después de este hecho quedan ambos directores separados del cargo.
A continuación se mencionan algunos casos colectivos que evidencian la forma en que ha sido tratado y considerado el personal de esta repartición:
Caso del robo de las cápsulas de platino
En noviembre de 1949 son robadas de un laboratorio siete cápsulas de platino. Al descubrirse el hecho y ser informado el doctor Menéndez, tiene este una reacción violenta, hace reunir al personal en el hall de uno de los pisos y en forma iracunda y desconsiderada se dirige a los grupos acusándolos de robo y conminándolos a devolver el valioso material. Con fines ilustrativos se transcribe a continuación el texto de la nota redactada para esta Comisión Investigadora por parte del personal que presenció el hecho:
“…descubierto el robo el ex director, doctor Anselmo I. Menéndez hizo reunir a todo el personal de cada sección, y en forma violenta, descomedida y grosera, amenazó a todos, sin excepción, con medidas extraordinarias hasta tanto se obtuviera el reintegro de las cápsulas, expresando, entre otras cosas, que no quedaría cas de químico, pariente o amigo de químico que no se requisara hasta tanto no apareciera el material robado”.
Es así que acusaba a los técnicos olvidando a los ordenanzas, sobre dos de los cuales (uno de ellos de Lanús, traído por el propio doctor Menéndez) recaen las más graves sospechas.
A pesar de que durante el interrogatorio que se le hizo el doctor Menéndez lo niega, se dio intervención a la Policía Federal, representantes de la cual inspeccionaron el local y citaron a algunas personas al Departamento Central para ser interrogadas.
Al día siguiente las cápsulas fueron devueltas por correo sin conocerse su procedencia. El ex director no dio ninguna satisfacción al personal que había ofendido, y se dio por terminada la investigación en un momento en que estaba muy cercana ya la aclaración del hecho.
Según se desprende de las múltiples declaraciones escuchadas, este ha sido el más triste y vergonzoso episodio acaecido en la repartición desde que el doctor Menéndez asumió el cargo, por cuanto la ofensa y el tratamiento denigrante fueron colectivos. Hasta se llegó al extremo de encerrar en la casa al personal superior con los ordenanzas para efectuar la búsqueda.
Caso de las fumigaciones en Ezeiza
En Ezeiza tenían sus quintas residenciales los ministros Cereijo y Pistarini. Era menester eliminar de la zona a los mosquitos, para lo cual no se encuentra mejor medio que hacerlo con los técnicos de la Dirección Nacional de Química. No parece claro de quien fue la luminosa idea. Más es opinión general que el ex director Menéndez, íntimo amigo de Cereijo y habitué de las tertulias de Ezeiza, se comidió para solucionar el problema. En sus declaraciones ante esta comisión, el ex director manifestó que el trabajo se hizo a pedido de Cereijo y Pistarini, los cuales recurrieron a la Dirección Nacional de Química después de haber negado colaboración los Ministerios de Agricultura y Salud Pública que poseen los medios y conocimientos para realizar tales tareas.
Es inconcebible que se haya destacado a químicos universitarios de verdadero valor para contar los charcos de agua y establecer la clase de árboles que había en la zona, determinar lugares en que se observen dificultades en la locomoción, número de casas existentes, etcétera.
Indudablemente, aquel personal que hubo de realizar la tarea se sintió disminuido y ultrajado.
Los casos que a continuación se mencionan tienen carácter personal y ejemplifican, al igual que los anteriores, acerca de la forma arbitraria y tiránica con que procedía el ex director para con las personas que no le eran incondicionales:
Casos señora Beatriz Montya de Mesa y señor Horacio Damianovich
Amos fueron dejados cesantes sin previo aviso por el decreto Nº 1.389 del Ministerio de Hacienda del 28/XII/1946, casi inmediatamente después de hacerse cargo el doctor Menéndez. Estas cesantías, sin duda se debieron a las profundas convicciones políticas de estas personas en abierta oposición con el régimen imperante en ese entonces.
Caso doctor Julio A. Harris
Existió en cierto momento una discrepancia de opiniones acerca de un dictamen emitido sobre la calidad de un bacalao importado, que pudo haber interferido con la venta, durante Semana Santa, de partidas de cazón local que tuviera Miguel Miranda para lanzar al mercado. Un altercado en público en un comercio por el mismo asunto, durante el cual el doctor Harris pone en descubierto el desconocimiento del doctor Menéndez en asuntos de microbiología, provoca la ira de este último, y días después queda cesante por decreto Nº 7.645, del 30/II/1951.
En su declaración el doctor Menéndez niega en hecho, y aún dice que “ni aún recuerda la fisonomía del doctor Harris”.
Cesante el doctor Harris se le niega reiteradamente certificado de buena conducta para trabajar en la administración pública, por figurar en su prontuario policial la observación: “no debiendo reingresar a la administración pública”.
Desde entonces el doctor Harris no puede aceptar ninguno de los varios cargos que se le ofrecieron en hospitales del Estado.
Depuesta la dictadura, el doctor Harris se presentó al Ministerio de Hacienda solicitando reincorporación. El expediente fue elevado a esta Comisión, la cual, después de investigar, contestó al mencionado Ministerio exponiendo los resultados obtenidos y recomendando la reincorporación del causante.
El doctor Harris ha sido reincorporado ya a la Dirección Nacional de Química.
Caso doctor Alfredo L. C. Iacobacci
El doctor Iacobacci ocupaba en 1946 el cargo de jefe del laboratorio central en el momento en que el doctor Menéndez se hizo cargo de la dirección.
Previamente a esa fecha, había sido concedida la licencia anual al doctor Iacobacci por el director anterior. En vista de ellos y pensando que el nuevo director pudiera necesitar urgentemente su colaboración se presentó a él manifestándole que si así fuera postergaría gustoso su partida. El doctor Menéndez contestó que no veía ninguna razón para que no hiciera uso de la licencia otorgada.
Días después partió el doctor Iacobacci y hallándose en uso de licencia recibió una nota de la dirección nacional comunicándole que por decreto Nº 752 del Ministerio de Hacienda se habían dado por terminadas sus funciones.
Cabe destacar que el doctor Iacobacci no había presentado su renuncia como los demás jefes, y que al requerir del doctor Menéndez, durante la entrevista, si debía hacerlo, este último le contestó que partiera tranquilo de vacaciones y que a su vuelta pensaría detenidamente acerca de la conveniencia de presentarla. En el ínterin lo deja cesante por medio del decreto mencionado.
El doctor Iacobacci ha sido reincorporado hace pocas semanas a la Dirección Nacional de Química, ocupando actualmente el cargo de jefe de divisional Capital.
Casos de la doctora Julia F. P. de Albinatti y del señor Jorge A. Shaw
Estos dos casos de cesantía se producen a raíz de incidentes ocurridos el 28 de septiembre de 1951 cuando, como consecuencia del conato de revolución del general Menéndez, se ordena al personal de la administración nacional a concurrir a plaza de Mayo como demostración de adhesión al dictador.
En esa oportunidad el ex director nacional, doctor Menéndez, impuso al personal de la casa la obligación de asistir al acto.
El esposo de la señora de Albinatti, ante la atmósfera de intranquilidad que reinaba, llegó hasta la Dirección Nacional de Química para llevar a la esposa a su domicilio, alejándose así del centro de agitación. Se encuentran entonces con el director Menéndez, quien la conminó violentamente a marchar con el grupo, a lo cual los esposos Albinatti se opusieron desobedeciendo la orden.
En su declaración, el doctor Menéndez manifestó que, de vuelta del acto, fue requerido telefónicamente por el entonces secretario del ministro de Hacienda, señor Feijóo, preguntando si había ocurrido alguna cosa anormal, refiriendo el en contestación “confidencial” lo sucedido con la señora de Albinatti. Admite que “fue un hecho desgraciado” y dice que “de resultas de conversaciones tenidas con los jefes de la casa, inquirió por la secretaría del Ministerio si tendría alguna consecuencia para la señora de Albinatti, y, al indicarse que sí, hizo reiterados esfuerzos ante el ministro mismo para que eso no sucediese, alegando éste la imposibilidad de hacer nada, porque según sus palabras, el caso estaba ya en Presidencia”.
En investigaciones posteriores del caso, esta Comisión encuadra la siguiente nota de la dirección nacional dirigida a la Dirección Contabilidad y Administración, de fecha 7/IV/1955, informe Nº 631-DN. Expediente SP-8 C de D.N.E.A., suscripto por el doctor Menéndez, que dice:
“Vuelva a la Dirección General de Contabilidad y Administración, informando que las causas que motivaron la cesantía de la doctora ex oficial 5º de esta Dirección Nacional, doña Julia Flavia Possidoni de Albinatti, fueron las siguientes: Con motivo de los acontecimientos que son del dominio público, ocurridos el 28 de septiembre de 1951, el suscrito recibió orden perentoria de la superioridad (sic) de reunir al personal de la dirección y congregarse frente a la Casa de Gobierno para prestar apoyo a las autoridades constituidas y escuchar la palabra del excelentísimo señor presidente de la Nación. El suscrito congregó al personal, transmitió las instrucciones recibidas y se puso en marcha seguido por todos los presentes, a excepción de la causante, que, en forma abierta y pública, se negó terminantemente a acatar lo dispuesto, aún después de imponerse de las sanciones a que se haría pasible. Terminado el acto el suscrito elevó un memorándum informando, a consecuencia del cual se dictó el S. D. 2066-P 19.466, resolviendo su cesantía.- Firmado: A. I. Menéndez”
Algún tiempo después de haber quedado cesante la doctora Albinatti, es llamada a colaborar en la Dirección Nacional de Energía Atómica, en reconocimiento de su excelente capacidad técnica. Conociendo este hecho, el doctor Menéndez envía dos delegados, el doctor Díaz y el señor Ruata, a entrevistar al ingeniero Otto O. M. Gamba, subdirector de aquella institución, con el objeto de hacerle conocer las causas por las cuales había quedado cesante la mencionada técnica. Según declaraciones del ingeniero Gamba éste “intentó eludir el tema tan pronto como se trató de profundizar en la cuestión de aquella cesantía diciendo que entendía que era una excelente profesional. Con ello prácticamente quedó terminada la conversación sobre el asunto”.
No ha sido posible interrogar al doctor Díaz ex empleado de esta Dirección Nacional de Química, por desconocerse su paradero y carecer de tiempo esta Comisión para proseguir la investigación. Pero, según las manifestaciones del señor Ruata, que lo acompañó, era evidente que llevaba precisas instrucciones del doctor Menéndez, de inclinar a la Dirección Nacional de la Energía Atómica a tomar análoga medida de cesantía. Según parece se habló bastante más de lo declarado por el ingeniero Gamba, pero, afortunadamente, el consejo no fue escuchado.
La cesantía de la doctora Albinatti ha impedido que, hasta hoy, haya sido nombrada efectiva en aquella dirección, donde supernumerariamente ocupa el cargo de jefe de la división de química analítica.
En esa misma fecha de septiembre de 1951, y pocos momentos después del altercado con la señora Albinatti, ocurre el incidente con el señor J. A. Shaw. Según declaraciones de este último que coinciden con los testigos del hecho, “al haberse demorado en presentarse para la marcha y estando aún con el guardapolvo puesto, el doctor Menéndez se dirigió a él en tono violento e imperioso, instándole a que rápidamente se lo sacara y estuviera preparado para ir con el grupo”. Con gesto tranquilo y despreocupado el doctor Shaw le contestó que lo haría y se dirigió tranquilamente al vestuario, adonde lo siguió el ex director y una vez allí lo increpó golpeándolo violentamente contra un armario. El señor Shaw no llegó a salir del edificio, pues, pocos minutos después tuvo una conversación con el secretario, doctor Corso, quien le indicó que por indicación del doctor Menéndez debía permanecer en la casa hasta que el grupo volviera y así lo hizo.
Pocos días después el decreto Nº 2.066 del 3 de octubre de 1951 lo dejaba cesante, ese mismo decreto que separó de su cargo a la doctora Albinatti.
En su declaración el doctor Menéndez negó haber tenido incidente alguno con el señor Shaw y que “ignora los motivos por los cuales fuera declarado cesante por el Ministerio de Hacienda”.
Tratamiento al personal femenino.- Casos de las doctores Herminia Graziano y Dionisia Axenfeld de Soroco
Aparentemente, el ex director doctor Menéndez, tenía un concepto muy personal acerca de la carrera que podían hacer las mujeres dentro de las reparticiones nacionales. Estimaba que, no obstante poseer títulos habilitantes, la antigüedad y especialidad necesarios para poder desempeñarse como jefes o subjefes, no debían hacerlo por razones biológicas. Estas razones residían en el hecho de que la misión que tienen de casarse y tener un hijo cada año les exigiría estar ausentes del cargo períodos demasiado prolongados, perjudicándose así la buena marcha de la organización.
Los casos investigados de las doctores Graciano y Axenfeld de Soroco se produjeron en una oportunidad en que estas profesionales se presentaron juntamente con otros colegas (hombres) al ex director en su oficina para agradecer los ascensos producidos días antes y comentar acerca de los mismos. En ese momento la doctor Axenfeld, a la sazón aún soltera, manifestó objeciones con respecto a la forma en que se habían producido los ascensos, pues, sabía que ella había sido propuesta para subjefe de la sección donde se desempeñaba y que, a pesar de reunir todas las condiciones y requisitos necesarios, dicha propuesta había sido rechazada por el ex director. En la forma violenta y desconsiderada, características de ciertos momentos del doctor Menéndez, contestó este, diciendo “que por su condición de mujer debía casarse y tener un hijo cada año y que si así no lo hiciera podía considerarse que no era normal o era inmoral”. Ello implicaba faltar tres meses cada año. (De las declaraciones de la doctor A. de Soroco.) Durante su declaración el doctor Menéndez manifestó que como técnica, la doctor A. de Soroco le merece el más alto concepto.
Análogo es el caso de la doctor Herminia Graziano. Se produce durante la misma reunión al puntualizar ella su disconformidad con la forma en que había sido considerada en estos ascensos. El doctor Menéndez después de estudiar su foja de servicios manifestó en forma hiriente que “la mujer normal se casa y tiene un hijo todos los años y que si la declarante era una hiperhormonal la dirección nada tenía que hacer”. (De las declaraciones de la doctor A. Graziano.)
Estas declaraciones han sido confirmadas por testigos a pesar de que, vehementemente, el doctor Menéndez, en una explosión teatral durante el interrogatorio, negó haber dicho semejante cosa a la doctor Graciano.
Caso del señor Alberto Gabino Busso
El señor Busso ocupó durante un largo período el cargo de jefe de la Sección Drogas y Aparatos, encargada de abastecer a la dirección nacional con los reactivos, aparatos e instrumental necesarios.
Una vez absorbidos el departamento Químico de la Dirección Municipal de Bromatología y el Instituto de Farmacología del Ministerio de Salud pública, el doctor Menéndez demuestra disconformidad con el trabajo realizado por el señor Busso, lo llama a su despacho y le anuncia que sería trasladado a otra repartición. Posteriormente el señor Busso se enteró que se le había practicado un sumario cuando de lo citó para tomar vista del mismo. (Declaración del señor Busso.)
El doctor Menéndez en su declaración manifestó que “reiteradamente hizo gestiones ante el mismo para que organizara eficientemente la sección a su cargo, sin lograrlo”, debido a lo cual envía una intervención a la sección. El señor Busso desmiente que hubiera “reiteradamente” sido advertido por el ex director.
Poco tiempo después, el señor Busso es trasladado adscripto a la Dirección de Obra Social del Ministerio de Hacienda, y en su lugar, se nombra al señor Martín L. A. Avaca pariente del director Menéndez y quien fue uno de los pocos miembros del personal de la casa que hace una verdadera carrera meteórica (1).
Cabe mencionar que el señor Busso tiene aprobado, el cuarto año del doctorado en Química en la universidad de Buenos Aires y larga experiencia en la profesión habiéndose especializado, mas tarde, en la adquisición de reactivos, aparatos e instrumental químicos en el mercado local que bien conoce, El señor Avaca tiene sólo aprobado el 6º grado primario (NOTA: es el actual 7º grado o para decirlo de otra forma solo tiene la educación primaria) y nunca, antes de entrar en la Dirección Nacional de Química, tuvo contacto con laboratorios ni con el mercado de reactivos, instrumentos, etcétera.
La Comisión Investigadora ha interrogado a representantes de firmas abastecedoras (Otto Hess, Lutz Ferrando, etcétera) para establecer la opinión que las dos personas en cuestión les merecen. Coinciden todos en afirmar la gran superioridad del señor Busso en materia técnica sobre el señor Avaca teniendo todos ellos palabras muy elogiosas para las condiciones de hombre de bien, honestidad y gentileza que caracterizan al señor Busso. Cabe mencionar que en este sentido han expresado, también, que el señor Avaca es hombre honesto y de trato agradable.
Durante la investigación de este caso se encontró que el señor Busso trabajó con muy reducido personal (dos ayudantes) y en un local inapropiado. Al trasladarse los materiales del departamento Químico de la Dirección Municipal de Bromatología se produce un estado un tanto desordenado por falta de empleados para realizar la tarea. Al llegar la intervención se aumenta inmediatamente el personal de la sección y así se ordena el material, libros y ficheros.
Resulta evidente que todo esto fue una maniobra con el objeto de crear un puesto para el pariente del ex director. Esto está corroborado por la carrera brillante que con relación al resto del personal, aun el universitario, hace, en el aspecto de sueldos, este hombre que solo tiene aprobada la escuela primaria.
Una vez trasladado el señor Busso el doctor Menéndez se propuso dejarlo cesante y así lo manifestó al director de obra social, doctor Fernández. Nunca llegó a producirse esa cesantía.
Esta Comisión Investigadora concluye que es necesario reponer en su cargo al señor Busso. En esta forma opinan, también, las altas autoridades de la casa que rigen actualmente.
Caso del personal de divisional San Juan
Varias medidas dictadas por el director nacional provocaron en el personal de esta divisional gran descontento. Entre ellas figura la supresión, sin justificativo alguno, de la habilitación de horas extraordinarias, sin preaviso y sin compensación de ninguna índole, lo cual perjudicó los intereses de la oficina, empleados e industriales. Ante esto se reclamó reiteradamente, sin éxito. Además en los ascensos colectivos el personal fue beneficiado con aumentos de menor cuantía. A esto se suman otras cosas menores y la tensa situación culminó cuando, en oportunidad de su visita a San Juan, el doctor Menéndez expresó su intención de trasladar parte del personal a otras divisionales. Ante esa perspectiva, el personal, en situación desesperada, por cuanto los traslados agravarían su ya precaria situación económica, decide dirigirse al presidente de la Nación presentando su problema. Al conocer esa actitud el doctor Menéndez en una de las reuniones de jefes manifestó, en el tono iracundo que lo caracterizaba en ocasiones semejantes: “el personal de divisional San Juan no ascenderá más” Y así sucedió, puesto que desde 1950 hasta 1955 no se incrementaron los sueldos.
Esta comisión investigadora considera que se hace imprescindible una rápida recuperación en aquella divisional y entiende que la actual dirección nacional se halla abocada al estudio del caso.
Tratamiento a personas ajenas a la repartición
En algunos casos, personas ajenas a la repartición tampoco fueron tratadas con la cortesía que corresponde.
La tensión con los inspectores municipales comenzó tan pronto como se separó de la Municipalidad al departamento químico de la Dirección Nacional de Química. “La forma arbitraria, desconsiderada y hasta grosera del ex director, para tratar a las personas, hizo que las relaciones se hicieran tirantes. Durante una reunión en la que estaban presentes inspectores municipales, que no pertenecían a esta repartición, y técnicos de la casa, el doctor Menéndez, en uno de sus momentos iracundos, al apostrofar a uno de dichos inspectores llegó hasta a hacerle lo que se llama “un corte de manga”. (De la declaración del doctor A. Di Baja). Estos hechos están confirmados por otros testigos.
Mas no sólo sucedían estas cosas con personas de reparticiones públicas, sino también, con representaciones de compañías privadas. Tal el incidente tenido con el señor C. N. I. Hart Nibbrig, presidente de la compañía Bols, al cual esta Comisión Investigadora entrevistó el 21/XII/1955. Por delicadeza y sugerencia del señor Hart Nibbring no se tomó declaración escrita de lo conversado, que no hizo sino corroborar lo que el doctor A. Ruspini había hacho saber verbalmente a la comisión. Motivó el incidente un producto de la firma que no cumplía con las especificaciones que establecía el nuevo Código Alimentario, que en ese momento comenzaba a regir. El señor Nibbring fue dura y groseramente tratado por el doctor Menéndez durante una entrevista. Admite el señor Nibbring que después del asunto fue satisfactoriamente resuelto por la intervención de los doctores Corso y Ruspini, lo cual, sin duda, no habrá borrado la pésima impresión que en el visitante habrá causado la actitud del ex director.
Cabe aclarar que, durante la entrevista con esta Comisión, el señor Nibbrig trató por todos los medios de suavizar la descripción de la escena ocurrida, manifestando que era ya un hecho olvidado. Tuvo vivos elogios por el trato que había recibido siempre del personal de la institución.
CONCLUSIONES:
Se ha tratado al personal no incondicional en forma desconsiderada y tiránica desarrollándose las actividades bajo el temor de que cualquier roce con la autoridad superior podría tener como consecuencia, inmediatas sentencias
El tratamiento en muchos casos ha desbordado los límites que son norma entre las personas dignas llegándose a la forma verdaderamente grosera. Y ello no sucedió solo con personal de la casa, sino también, con personas ajenas a la misma, tales como inspectores municipales y, aún, altos representantes de importantes compañías privadas. El personal de divisional ha sido injustamente relegado en los ascensos.
RECOMENDACIONES:
Dado que, aparentemente, las cesantías eran comunicadas a las demás reparticiones incluyendo a la Policía Federal a fin de evitar la reincorporación de los cesantes en la administración nacional, es indispensable que a la brevedad posible se transforme en renuncia la cesantía en las siguientes personas: Beatríz Montyn de Mesa, Horacio Damianovich, Alfredo L. L. Iacobacci, Julio A. Harris, Julia F. P. de Albinati y Jorge A. Shaw, lo cual les permitirá nuevamente ocupar cargos públicos.
Además se deberá trasladar o separar al señor M. L. Avaca, del cargo de jefe de la sección Drogas y Aparatos que actualmente ocupa, reponiendo en él al señor Alberto G. Busso.
Deberá considerarse seriamente la situación de sueldos del personal de la división San Juan. Se entiende que el actual director nacional ya ha tomado este asunto en sus manos, pero necesitará franco apoyo de las autoridades superiores para hacer justicia.
SUELDOS Y PROMOCIONES
La retribución que el ser humano recibe por las tareas que lleva a cabo, se condiciona a diversos factores, que tienen valores diferentes, según el criterio de los que deben llevar a cabo la concesión.
Es indudable que la conducta honesta y justa de la decisión crea tranquilidad y confianza en aquellos que cumplen con la misión.
El procedimiento que se siguió en la Dirección Nacional de Química para efectuar los ascensos consistía de una reunión plenaria de los jefes con el director nacional, durante la cual se presentaban los nombres de los candidatos, se mencionaban sus condiciones y razones por las que se los proponía y se cambiaban opiniones acerca de los mismos. Lo extraño es que en esas reuniones no se levantaban actas y, por ende, nada de lo discutido y decidido en ellas ha quedado registrado. Es así que las reclamaciones que a este respecto existen no han podido ser documentadas y sólo resta confiar en las declaraciones recibidas. Es digno de hacerse notar que la lista de candidatos presentados en aquellas reuniones era elevada posteriormente por el director nacional, en forma directa, el cual decidía, lógicamente, en última instancia.
Este procedimiento, que resultaba muy cómodo para quien, actuando en definitiva como único árbitro, demostraba prescindencia de autoridad, no lo era para el mismo cuando se trataba de incorporar a nuevos funcionarios que él presentaba. Es de hacer notar que, en ese aspecto, se ingeniaba para orillar la situación, como lo demuestra la nota 38 R. del 31/III/1949, que decía:
“Ante el reciente decreto de economía Nº 65.849/1949, que ordena la no provisión de vacantes, el suscripto debiera abstenerse de elevarla. No obstante se permite hacerlo, por cuanto la provisión de las mismas constituye una necesidad impostergable, motivada por razones de mejor servicio. Esta dirección general tuvo en cuenta dicha necesidad y al efecto el año próximo pasado comprometió a profesionales de reconocida competencia y destacada actuación, ofreciéndoles los cargos para los que se los propone, después de aplicar el principio de rigurosa selección que es norma invariable de esa dirección general.”
Está de más decir que nunca se hicieron concursos para cubrir los puestos. Decidió directamente el ex director sin consultas previas.
Es evidente que al considerar candidatos para puestos no sólo debe tenerse en cuenta la antigüedad en la repartición, sino también la capacidad de los mismos. Este factor capacidad es de la mayor importancia cuando, en entidades como esta dirección nacional, las actividades son de carácter eminentemente técnico.
Curioso es que las personas que ingresaron después de 1946, nombradas ya por el doctor Menéndez, ascienden rápidamente, dejándose relegados a los que desde hacía años pertenecían a la dirección y cuyos antecedentes acreditaban una capacidad técnica tan excelente como los que recién se incorporan sin conocer a la institución y su mecanismo..
Tal es el caso del señor W. Young, que sin poseer título universitario argentino, se incorporó como jefe del laboratorio central y después de nueve años de actuación llegó en 1955 a percibir un sueldo de $ 3200 por mes, siendo sobrepasado en el escalafón solamente por los doctores A. Ruspini, jefe de la divisional Capital, y A. Corso, secretario general, con 34 años de antigüedad, profesores de la Universidad de Buenos Aires y con un excelente conocimiento de los problemas que se plantean en la institución y del mecanismo de la misma.
Lo mismo puede decirse de los siguientes:
Jefes anteriores:
P. Cattaneo: Años de antigüedad: 24 Sueldo 2.700.- $ M/n (año 1955)
N. Florentino: Años de antigüedad: 24 Sueldo 2.700.- $ M/n (año 1955)
R. J. Selva: Años de antigüedad: 20 Sueldo 2.700.- $ M/n (año 1955)
E. Huergo: Años de antigüedad: 32 Sueldo 2.700.- $ M/n (año 1955)
E. Velázquez: Años de antigüedad: 25 Sueldo 2.700.- $ M/n (año 1955)
Jefes Posteriores nombrados por el doctor Menéndez
L. N. Pizzorino: Años de antigüedad: 4 Sueldo 2.700.- $ M/n (año 1955)
W. Young: Años de antigüedad: 9 Sueldo 3.200.- $ M/n (año 1955)
A. Novelli: Años de antigüedad: 6 Sueldo 2.700.- $ M/n (año 1955)
H. R. Daló: Años de antigüedad: 7 Sueldo 2.700.- $ M/n (año 1955)
Técnicos sin jefaturas anteriores:
G. A. Cetrángelo: Años de antigüedad: 23 Sueldo 2.600.- $ M/n (año 1955)
I. A. Pontin: Años de antigüedad: 32 Sueldo 2.500.- $ M/n (año 1955)
C. A. Moirano: Años de antigüedad: 16 Sueldo 2.500.- $ M/n (año 1955)
S. S. Luppi: Años de antigüedad: 29 Sueldo 2.200.- $ M/n (año 1955)
R. Laurnagaray: Años de antigüedad: 23 Sueldo 2.200.- $ M/n (año 1955)
Las profesionales femeninas fueron, también, relegadas. El ex director tenía un concepto muy particular en este sentido declarando que la función de la mujer era casarse y tener un hijo cada año, de modo que, en su opinión no debían ocupar puestos de jefes o subjefes, pues, al tener que atender sus problemas materiales descuidarían la otra tarea. Pero no paraba allí la cosa; también se las relegó en los sueldos que en ningún caso pudieron sobrepasar los $ 2.200.- , tal como lo demuestran los casos siguientes:
A. Carman de Sutton: Años de antigüedad: 29 Sueldo: 2.700.- $ M/n (año 1955)
B. Golod: Años de antigüedad: 31 Sueldo: 2.200.- $ M/n (año 1955)
D. Axenfeld de Soroco: Años de antigüedad: 24 Sueldo 2.200.- $ M/n (año 1955)
Z. T. Guerrero: Años de antigüedad: 19 Sueldo 2.200.- $ M/n (año 1955)
H. Graziano: Años de antigüedad: 24 Sueldo 2.200.- $ M/n (año 1955)
E. P. de Selva: Años de antigüedad: 19 Sueldo 2.200.- $ M/n (año 1955)
Estos sueldos son los mayores que reciben las profesionales que, evidentemente, no se encuentran en el mismo pie de igualdad, sueldo ni jerarquía con los colegas masculinos.
Casos análogos surgen al considerar la situación de los empleados de administración de los que se dan como ejemplo los siguientes:
Anteriores:
L. E. Ruata: Años de antigüedad: 23 Sueldo 1.700.- $ M/n (año 1955)
M.N. Suárez: Años de antigüedad: 22 Sueldo 1.600.- $ M/n (año 1955)
Posteriores (nombrados por el doctor Menéndez)
M.L. Avaca: Años de antigüedad: 4 Sueldo 2.200.- $ M/n (año 1955)
N. Cholodziecki: Años de antigüedad: 5 Sueldo 1.800.- $ M/n (año 1955)
M. J. Casals: Años de antigüedad: 6 Sueldo 1.800.- $ M/n (año 1955)
Todos los hechos puntualizan una vez más la discrecional manera en que se procedía y la forma de realizarse los ascensos. Debe considerarse que las personas que se mencionan en las tablas anteriores son compatibles en capacidad con las que las acompañan en dichas tablas. Hay casos en donde las discrepancias son mucho mayores, pero podrían justificarse en mérito a las capacidades individuales.
Las divisionales del interior fueron abandonadas y se da el caso de la divisional San Juan, castigada en sus ascensos por el ex director y cuyo personal tiene, aún hoy, sueldos vergonzosos.
Este conjunto de hechos acaecidos en la Dirección Nacional de Química, que esta Comisión no osa calificar se exponen con la intención de que se conozca el espíritu que reinaba en una casa poblada de universitarios y profesionales, que debido a dicho carácter callaban los perjuicios, sin exigir, como lo hacían los que, sin criterio ni responsabilidad, imponían sus derechos por la fuerza. Y este criterio tan loable, patriótico y respetuoso resalta en forma más notable cuando estos empleados expresan por escrito o personalmente los siguientes conceptos:
“No es el caso volver la vista hacia atrás para indisponer a nadie, pero si para puntualizar hechos que consideramos tan injustos como lesivos a toda carrera administrativa y evitar en lo sucesivo que se repitan en perjuicio de empleados que durante años sirven al Estado, sin esperar contar en su haber con más blasones, para mejorar su sueldo y condición, que sus calificaciones.”
CONCLUSIONES:
Al crearse la Dirección Nacional de Química:
El personal que ya existía en la Institución fue relegado en sus promociones.
El personal nuevo que incorporó el ex director nacional fue privilegiado en las promociones y en breve lapso de tiempo superó los sueldos percibidos por personas muy capaces que hacía decenas de años cumplían tareas en la institución.
Las profesionales femeninas fueron tratadas en distinto pie de igualdad en comparación con los colegas masculinos. No les era permitido llegar a ocupar cargos de jefes o subjefes.
RECOMENDACIONES:
Esta Comisión entiende que las recomendaciones que pudieran hacerse ya las ha tenido en cuenta la actual dirección nacional, que está tratando de solucionar el problema.
APÉNDICE Nº V
CASOS IRREGULARES
Caso Sirito Solís y Cía. – Caso Partida de Café. – Caso Colorante de Naranja Crush. Caso doctor Ángel A. Bombelli. – señor Alfredo A. Ramos.
Durante las investigaciones fueron denunciados algunos casos de productos sometidos al veredicto de la Dirección Nacional de Química, cuya tramitación y/o veredicto presentan aspectos delictuosos. Dada la brevedad del tiempo que le ha sido dado actuar a esta Comisión y a los múltiples problemas que se presentaron, no fue posible ahondar en ellos muy profundamente, excepto en el caso de la partida de vinos Sirito Solís y Cía., que más abajo se detalla.
Caso partida de vino de Sirito Solís y Cía.
La dirección Nacional de Química analiza todas las partidas de vinos elaborados en las bodegas otorgándoles el análisis de “libre circulación” el que ampara a cada partida elaborada.
Cuando el vino se traslada de la bodega a otro lugar la Dirección de Vinos por intermedio de sus inspectores saca muestras en este último y lo hace analizar. Este análisis debe coincidir con el de “libre circulación”. Si así sucede se lo califica de “vino genuino”, si no “bebida artificial”, no pudiendo circular con el nombre de vino. Esto último hace que, si bien el producto puede ir al mercado y venderse, el público no lo compra con las consecuentes pérdidas por parte del productor.
En cierta oportunidad llegan a la Dirección Nacional de Química las muestras de vino extraídas de una partida correspondiente a una elaboración de 510.000 litros de la firma Sirito, Solís y Cía. Efectuados los análisis en los laboratorios de divisional Capital se encuentra que el vino no corresponde a la partida de origen y, por ende, se lo califica como “bebida artificial”. La firma interesada formuló descargo que no satisfizo a la divisional Capital por lo cual ratificó la calificación de “bebida artificial”.
Ocurre, entonces, la irregularidad. Al volver el expediente a divisional capital y cuando todavía no había terminado el trámite el ex director nacional Menéndez interviene en el asunto (cosa que no le correspondía) y retira el expediente que guardaba en su despacho durante tres meses. Súbitamente un día, sin otro trámite, el legajo sale de sus manos con la calificación de “vino genuino”.
El caso fue tan anormal que ciertos profesionales de la institución, arriesgando sus puestos, se presentaron a Control de Estado exigiendo una investigación. Dicha investigación comenzó a realizarse para lo cual el Ministerio de Hacienda solicitó de la Dirección Nacional de Química el expediente 651.954/52, D. N. Q., que le fue remitido el 17 de diciembre de 1954. Desde entonces el expediente no vuelve a la Dirección Nacional de Química. Iniciado el estudio por parte de la Comisión se solicitó al Ministerio la devolución del expediente el 2 de enero de 1956, contestando éste el 9/I/1956, que se había extraviado. Solo aparece semanas después, cuando ya oficialmente esta Comisión había dado por terminadas sus funciones investigadoras.
A pesar de ello y con los datos que pudieron recogerse en esta repartición se ha estudiado el caso con expertos en materia de vinos llegándose a las siguientes
CONCLUSIONES:
No existe correspondencia entre los análisis de los vinos originales y los de los recibidos en destino cuyas muestras fueron enviadas a la Dirección Nacional de Química.
El ex director nacional se excedió en sus funciones al sacar el caso de manos de la divisional Capital y decidir por sí solo acerca del mismo y contrariando el veredicto de aquella divisional que era quien debió haberlo dado y acerca del cual ya tenía concepto fundado en los análisis realizados.
El vino en cuestión no debió expenderse en comercios bajo la calificación de “vino” sino de “bebida artificial”.
RECOMENDACIONES:
En opinión de esta Comisión debería ponerse el asunto en manos expertas para estudias detenidamente el caso y dictaminar ya que sería un asunto que podría llevarse a la justicia.
Nota.- Cabe destacar que uno de los socios de la firma, el señor Sirito es íntimo amigo del ex director. Frecuentemente se lo veía en la oficina de la dirección, comentando asuntos varios estando ausentes los problemas de los vinos.
Caso partida de café. – Carlos J. Richter.
Se refiere este caso a una partida importada de 15.125 kilogramos de café en grano correspondiente al despachante Carlos J. Richter con expediente 413.836/53 de la Aduana de la Capital.
Extraída la primera muestra y pasada al laboratorio de bromatología para su análisis se lo califica “no apto para el consumo”, por contener 440 defectos.
El interesado, entonces, solicita una nueva extracción de muestra y la Dirección Nacional de Química designa a un técnico para hacerlo. Este la extrae y al traerla a la dirección expresa al entregarla que, a simple vista, puede decirse que el producto resultará rechazado, pues, es evidente que la cantidad de defectos supera al máximo tolerable. Efectuado el nuevo análisis en el laboratorio central resulta “apto para el consumo”, encontrándose solo260 defectos.
Este caso, sospechado de irregularidad fue denunciado, pero habiéndose destruido las muestras originales (está establecido que las muestras se destruyan después de transcurrido cierto tiempo), no ha sido posible comprobarlo ya que todo se basa en hechos imposibles de comprobar en la actualidad por falta de pruebas.
CONCLUSIONES:
No se ha podido comprobar la irregularidad por falta de pruebas.
Caso colorante y conservador de Naranja Crush.
Este caso que fue denunciado no pudo ser investigado a fondo por falta de tiempo.
Era la denuncia de una irregularidad que consistió en otorgar a Naranja Crush autorización para expender su producto que contenía un colorante y un conservador no permitidos por el Código Bromatológico.
Si bien esto implica una irregularidad grave tiene la atenuante de que, tres meses después de haberse presentado el caso, las autoridades bromatológicas emiten una resolución autorizando el uso de ambos. Es decir, que en el momento en que se autorizó a usarlos a Naranja Crush ya habían sido estudiados prácticamente aprobados por las autoridades a pesar de no habérsele dado publicidad la autorización del uso.
En otras palabras, la salud del pueblo no se perjudicó ya que desde aquel entonces colorante y conservador son utilizados en bebidas y alimentos.
Caso doctor Ángel A. Bombelli.
El doctor Bombelli ocupó el cargo de prosecretario durante los primeros años en que rigió el doctor A. I. Menéndez.
Tuvo el doctor Bombelli, en varias oportunidades actitudes atentatorias contra la moral femenina por lo cual el doctor Menéndez se vio obligado a solicitar su renuncia, previa presentación al primero de declaraciones, escritas de tres empleadas en las que se le denunciaba. (Declaración del doctor Menéndez)
Depuesto el régimen de la dictadura el doctor Bombelli se presentó al Ministerio de Hacienda solicitando reincorporación y el caso fue girado a esta Comisión para ser investigado.
Las conclusiones a que se llegó fueron expuestas en la nota del 13/I/1956, que se envió al Ministerio mencionado. En ella se expresaba que comprobado su comportamiento indecoroso con el personal femenino en la Dirección Nacional de Química y, además, considerando las actuaciones que le cupieron en la Facultad de Ciencias Exactas y de Ingeniería, donde actuó como virulento agente delator de profesores y alumnos cuyos ideales políticos no coincidían con los del régimen depuesto, no se consideraba aconsejable la reincorporación solicitada.
Caso Alfredo Arturo Ramos.
Este empleado actuó al entrar en la repartición como carpintero. Más tarde por razones de salud es trasladado a las oficinas de administración, donde se desempeña actualmente.
Fue alumno destacado de la Escuela Sindical Nº 1 y miembro del partido del gobierno depuesto y fiel defensor de su cabecilla desde el primer momento.
Es, quizás, por estos antecedentes que la Unión de Personal Civil de la Nación lo nombra delegado ante el personal de la Dirección Nacional de Química, donde trató de organizar los grupos nombrando delegados y subdelegados en cada sección de la repartición. A pesar de estos nombramientos el sistema no funcionó y su acción se vio trabada por la indiferencia y resistencia del personal a tales actividades.
En 1954 trató de hacer asistir al personal al acto, en plaza de Mayo, del 17 de octubre, sin lograrlo. Quizás en vista de ese fracaso que lo desacreditaba ante la Unión y el partido, trato de organizar mejor las cosas para el siguiente año que fue el período desgraciado para la dictadura. Después del 16 de junio de 1955 comienza a hablar con algunas personas para convencerlas de la necesidad de prestarse a formar los grupos civiles de defensa, conminándolos a llenar ciertas fichas con datos del candidato. Aparentemente logró hacer firmar a una media docena de personas rehusándose las demás.
Es persona que no goza de la estima de los compañeros, quienes, en general, tienen un cierto desprecio por él debido al tipo de actividades que ha desplegado.
CONCLUSIONES:
Ha sido un empleado identificado desde el primer momento con el régimen anterior y delegado de la Unión del Personal Civil de la Nación ante la Dirección Nacional de Química.
Hizo presión en los últimos tiempos para conseguir la adhesión del personal a los grupos de defensa civil.
No se ha podido concretar que haya efectuado denuncias, pero no es difícil que lo haya hecho. Es uno de los sospechados de informar acerca de las personas al Ministerio de Hacienda donde se llevaba un minucioso fichero de los movimientos y opiniones emitidas por personas de las reparticiones que de el dependían.
RECOMENDACIONES:
Será conveniente que el Ministerio de hacienda considere la separación del cargo de Alfredo Arturo Ramos.
NOTAS:
(1)El señor Avaca que ingresó el 19/III/1951 con $ 600, un mes después fue ascendido a $ 1.000 y a los cuatro años del ingreso $ 2.200. Este sueldo es igual al de algunos universitarios de la institución con 25 y 30 años de antigüedad.
(Fuente: Documentación Autores y Cómplices de las Irregularidades Cometidas durante la Segunda Tiranía – Comisión Nacional de Investigaciones Vicepresidencia de la Nación - Tomo 1 – año 1958 – páginas 475 a 516)
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