Revista Nosotros los Muchachos - Instantáneas

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INSTANTANEAS


I

Hasta el comando revolucionario Civil, instalado en la Estación Terminal, que presidia un hombre joven, el doctor Carrara, llego en la mañana del 18 de septiembre, un muchachito de doce años escasos. Los guardias de la entrada lo interrogaron.

-¿Qué quieres?

-Vengo a pedir un arma para defender la libertad.

-Eres muy chico, ¿cuántos años tienes?

-Cumplo el 23 de este mes los doce años.

-¿A qué colegio vas?

-Al de los padres franciscanos. Al colegio San Buenaventura.

-¿Y tu papá sabe que viniste aquí?

-No tengo papá. Murió hace tres años y mi mamá no sabe que vine. Pero no me va a retar, ella es muy católica y rogaba a Dios para que terminaran de quemar iglesias y de perseguir a los padres.

Los de la guardia, emocionados, pusieron en el brazo la cinta blanca del Movimiento, le dieron monedas y cartuchos para que los guardara como recuerdo y el muchachito se fue, aunque no tan contento como si hubiera recibido un fusil para defender la libertad y la de todos los argentinos.

II

Aarón es un rusito (1) que vive con sus padres en las cercanías del Mercado del Abasto. Todos los muchachos del barrio lo quieren: es buen compañero, inteligente y trabajador.

Sus padres son muy ancianos y los demás hermanos dejaron el hogar para formar cada uno el suyo. Aarón, con sus diecisiete años, es la única compañía de los viejecitos.

El 16 (2) salió con la “barra” (3) a presenciar el bombardeo de la Jefatura y, comentario va y conjetura viene, los muchachos resolvieron hacer cola para pedir un arma en defensa de la libertad.

-¿Y éste? Preguntó uno señalando a Aarón. Respondió otro:

-Y… éste es ruso, no va a querer defender a los curas.

Aarón con su serena cara pecosa y su pelo de zanahoria, siempre rebelde al peine, respondió humildemente:

-Yo soy argentino como ustedes, después judío. Voy a defender la libertad, no quiero que quemen iglesias, que persigan curas, ni rabinos, ni pastores, quiero lo que ustedes como argentinos quieren ¡Libertad!

Y la “barra” lo levantó en andas y así formaron cola y cuando Aarón volvió al barrio, a su casa, con el brazalete blanco y el fusil de miliciano, el viejo Isaac y doña Sara lo abrazaron emocionados y orgullosos.

III

Las fuerzas leales al régimen peronista avanzaban por los aledaños de Alta Córdoba. Muchos de los soldados creían que se trataba de simples maniobras. Los más avisados comprendieron, al recibir la munición de guerra y por las medias palabras de los suboficiales y jefes, que era algo mucho más serio.

Los defensores de la Ciudad estaban dispuestos a morir con la ciudad misma, antes que entregarse.

Entre los primeros soldados leales al régimen peronista que cayeron estaba un rubicundo muchachote santafesino. Un médico le atendió en una de las casas de la vecindad y el soldado, casi un niño, comprendió que su fin estaba próximo. Pidió un sacerdote, pero las fuerzas leales al régimen peronista no tenían capellán… y aquel muchacho lleno de vida murió sin embargo como buen católico, auxiliado por los ocupantes de la casa, que oraron con él, hasta el momento supremo.

Que haya paz en su tumba y el premio de la bienaventuranza para su alma fuerte.

Ángel A. Vargas


FUENTE: Revista “Nosotros los Muchachos” – Número Extraordinario – Septiembre 1955 – páginas 38 y 39.

NOTAS:

(1)Durante la segunda guerra mundial, llegaron muchos inmigrantes de origen judío provenientes principalmente de Rusia y otros países que encontraron en Argentina el fin a sus penurias y persecuciones -sobre todo de la Alemania nazi- así, se fue popularizando la identificación que a toda persona de origen judío se denominaba “ruso” esto, con el pasar del tiempo se fue perdiendo; pero era muy común en los años -50.

(2) se refiere al día de la revolución Libertadora que comienza el 16 de Septiembre de 1955.
(3) La barra es como se llama al grupo de pertenencia; al grupo de amigos con los que siempre se ésta en compañía.