Revista Nosotros los Muchachos - Luz en la Noche

*LUZ*
EN LA NOCHE

El clima de la ciudad era tenso. Mientras se hacían las guardias, los hombres se iban conociendo, yo soy contador, yo abogado, estudiante secundario, empleado de banco, del ferrocarril, comerciante. Y hubo una voz extraña que dijo: “Yo he llegado hace dos días de Italia, no tengo nada, pero si hay que morir, moriré con ustedes”. Todos pensaban igual y sus manos, como garfios; estaban incrustadas en las armas…

-Amaneció un nuevo día, frio y gris; parecía que hasta el cielo estaba triste por la sangre que se derramaba, pero sabíamos que el sol es invencible y saldría con más brillo.

Cada hombre ocupaba su puesto; la tensión aumentaba en cada estampido, en cada cañonazo, por momentos intermitentes.

Llegó la noche, sin estrellas ni luna, y una voz conmovió a todos: tropas leales (al régimen peronista) avanzan en Alta Córdoba, refuercen las guardias…! Alerta!!! Y todos se prepararon; se ordenó un apagón y la ciudad quedó oscura, y en la oscuridad, un silencio de muerte.

Se oyeron pasos y una voz. “El momento se acerca; debemos dar la vida porque solo así la victoria será nuestra”. “Nosotros luchamos porque tenemos Fe en nuestra Patria y Fe en nuestro Dios”.

Se dieron algunas directivas de carácter militar y todo quedó preparado.
Pasaron las horas y ya casi a la madrugada, las bengalas luminosas anunciaban en el cielo el avance de las tropas adversarias; y enseguida habría fuego la artillería.

Los aviones, rozando los techos, trataban de esquivar las granadas de la batería antiaérea; alguno cayó. Las ametralladoras y los fusiles atronaban el espacio y en esa sintonía infernal una puerta se abrió. Una niña salió corriendo y sin oír el ¡¡¡ALTO!!! Arrojó algo sobre un fusil ametralladora.

Después supimos que era un Escapulario de la Virgen: “Para que Ella los proteja”.
Y en las primeras horas de la tarde, la tregua tranquilizaba las conciencias y afirmaba nuestro triunfo.

Primitivo García Curto

FUENTE: Revista “Nosotros los Muchachos” – Número Extraordinario – Septiembre 1955 – página 58 y 59.

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